La suerte para un maestro y periodista de vivir el momento histórico del restablecimiento de relaciones entre EEUU y Cuba con la apertura de embajadas.-
Por Juan Mellado.-
Me preguntan: ¿Cuándo naciste?, a lo que contesto, yo nací con La Revolución. Para mí sólo hubo en la Historia dos revoluciones-perdón por mi reduccionismo- la francesa, y la cubana, ésta protagonizada por Fidel y Raúl Castro, Che Guevara y Camilo Cienfuegos, entre otros héroes de la Isla de Juana. Por lo tanto nací en 1959 y eso parece que me determinó, no sé por qué, o sí, en mi relación histórico- sentimental con esa tierra bella.
Debo recordar la anécdota sentimental que un pariente ,Francisco Florido Bueno ,se casó allá en la Catedral de La Habana con la santanderina Isolina Cano de Diego- familia de los dueños de la marca de puros La Flor de Cano- en fecha no precisada por mí entre 1927 y 1929, lo que le dio a mi relación con Cuba un halo más cercano de afinidad. Florido Bueno fue uno de tantos bodegueros que practicó el negocio de los vinos con Cuba, allá cuando empresas chipioneras, sanluqueñas y portuenses tenían a su representante, a su hombre, en La Habana.
Pasado el tiempo y ya de estudiante mi madre me decía: “anda hijo quítate esas barbas que te pareces a Fidel Castro”, lo que provocaba en mí una sonrisa amable y me recordaba la gesta de los barbudos desde la Sierra Maestra. Desde los tiempos de la Colonia siempre me fascinó la relación entre España y Cuba pero nunca me imaginé que esa tierra me iba a marcar tanto la vida en un futuro lejano.
A últimos de los noventa del Siglo pasado, mi pueblo, Chipiona, se hermanó con el municipio de Regla en Cuba. Se organizaron muchos actos y proyectos de colaboración, con los que comparto su intención, aunque yo nunca pude ir por motivos de trabajo y tampoco me quise buscar un cuelo para ello.
Posteriormente en la Semana Santa de 2006 y tras un cambio radical en mi vida personal viajé a Cuba, a La Habana, a la Isla de Juana como la llamó Colón, con la intención de conocer a fondo las luces y las sombras de ese país caribeño y atlántico que me fascinara desde mi niñez.
Y a día de hoy conozco ese país como si lo hubiese parido, bueno, quizás no tanto porque los cubanos tienen algo de gallegos y un tanto del espíritu recogido del Siglo de Oro Español y su género de novela picaresca que nosotros inventamos y ellos interiorizaron convirtiéndose en alumnos aventajados . Tanto que hoy día parece que los alumnos han superado con creces al maestro y no lo aseguro como una crítica sino como la constatación de una realidad.
Durante todos estos años de mi relación con Cuba he tenido la oportunidad de casarme y descasarme con una cubana, felizmente las dos situaciones aunque a ustedes les parezca paradójico. Lo que creo me da un marchamo de conocimiento de los personajes como suelo decir siempre, con sus luces y sus sombras. También durante estos años he tenido la oportunidad de conocer gran parte del país desde Oriente a Occidente aunque aún todavía creo que es insuficiente para mí.
Durante estos años, valga la expresión redundante, he podido conocer a gente muy buena y otras no tan buena, como en cualquier parte del mundo. He participado en la realización de documentales para la tv sobre personajes como el pintor de la Revolución Antonio Canet o las mujeres del exilio español en Cuba. He viajado y comido a lo cubano. Es decir, he subido a los almendrones de los años cincuenta o comido en la calle las famosas cajitas. Me he pasado horas y horas sentado en el Santuario de Regla cubano y andado más La Habana que su historiador Eusebio Leal.
He podido conocer de primera mano los efectos devastadores de la política de bloqueo practicada injustamente desde hace 54 años por sus vecinos los Estados Unidos y que quisieron rematar con la famosa Ley Helms-Burton ,una especie de vuelta de tuerca a la malicie.
He podido ver los esfuerzos del ex presidente Zapatero y su ministro de Exteriores Moratinos, por normalizar nuestras relaciones. He conocido la política infame de Postura Común de la Unión Europea auspiciada por los gobiernos de Aznar y seguida por Rajoy en menor medida.
Hasta que un día, ante la sorpresa de todos Cuba y los USA se ponen de acuerdo para negociar el restablecimiento de relaciones con la intermediación de Canadá y El Vaticano. La Unión Europea y en particular España se quedaron como el que se tragó el cazo. Mucho seguir como perritos falderos las órdenes del amo para putear a la cubanía , el enemigo a batir, el de la Crisis de los Misiles, para que ahora de manera unilateral ya todo cambie y ya no sean malos sino incluso casi buenos. Políticamente Cuba es un país lleno de defectos pero no seré yo quien los diga que para eso ya hay gente muy ilustrada y no tan ilustrada y cuyo único oficio conocido es ese.
Creo que lo que han urdido los cubanos y estadounidenses es una “gallegada” cosa para mí nada sorpresiva. En estos días los periódicos recordaron una profecía de Fidel Castro anunciada en 1973 en la que decía que las relaciones entre los dos países se restablecerían cuando hubiese un presidente de los Estados Unidos negro y un Papa latino. Y así ha sido. Particularmente no creo que haya sido ninguna profecía- eso es más un titular de prensa- sino que fue una reflexión- tan dada por el Comandante- a partir de un análisis empírico y de unos datos dados. He conocido poca gente con la capacidad de vaticinio y análisis de la situación como la que tiene Fidel Castro. Recuerdo al buen político y mejor persona Julio Anguita y a mi tío José Mellado y perdonen por este último gesto de preferencia familiar.
Es en esto que coincidiendo con mis estancia en La Habana con unos amigos, a los que considero como familia, anuncian para el pasado 20 de julio la reapertura de ambas embajadas en ceremonias simultáneas en Washington y La Habana.
Allí fuimos a la hasta ahora Oficina de Intereses de los EEUU junto al Malecón habanero para vivir momento tan histórico. No fue una sorpresa, de verdad, que no hubiese tanta gente para presenciar el momento, quizás unas 300 personas entre las que había más prensa extranjera y turistas que cubanos, ocupados como siempre en “resolver” más que en asistir a algo a lo que concurren con una mezcla de esperanza y mucho escepticismo. También asistimos allí a otra gallegada porque de hecho la Oficina de Intereses se abrió al público ya como flamante embajada pero no hubo ceremonia de izada de bandera, fijada para el próximo 14 de agosto en una ceremonia a la que asistirá el Secretario de Estado norteamericano John Kerry. Ya en aquella calurosa mañana mi comadre Amparo vaticinaba que la noticia iba a ser que no había noticia, nada extraño para los que conocemos Cuba. Las tv hicieron grandes esfuerzos por captar imágenes de recurso ya que apenas había pancartas o banderas o incluso gente importante que quisiera decir algo.
No obstante los que estuvimos allí percibimos el inicio de una nueva era histórica en las relaciones entre Cuba y su vecino. Para mí ha sido una oportunidad histórica el vivir ese momento, que se verá realzado con la ceremonia del próximo 14 de agosto, no solo como periodista y maestro sino también como cubano de adopción. A partir de ahora se abren nuevas e interesantes expectativas. Pero que nadie espere que sea a velocidad de autopista. Ya lo ha dicho el Presidente y General de Ejército Raúl Castro: Sin prisa pero sin pausa.
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