CLONACIONES

CLONACIONES

Anoche, y tras finalizar el capítulo semanal de la serie “Cuéntame cómo pasó”, al hilo del guión se ofreció el acostumbrado reportaje de testimonios “Ochéntame otra vez”, sobre la década por la que ahora atraviesan los episodios. Interesantísimo. No tuvo desperdicio. Creo que es uno de los mejores documentos que, con el paso de los años, guardarán los archivos de tve.

Se trató en general el tema de las canciones de amor. Pero se incidió también en las características más acusadas de los compositores e intérpretes españoles más notables de la música romántica. Alternando entrevistas en exclusiva realizadas para tal fin, el espacio contó con las intervenciones de lujo de Raphael, José Luis Perales, Jeanette, la reaparición televisiva de un magnífico especialista como Miguel de los Santos, y un despistadísimo Sergio Dalma, tan indocumentado como para decir que las puertas de Latinoamérica las abrió Camilo Sesto a los cantantes españoles, cuando todo el mundo sabe que fue Raphael, siguiendo sus pasos en todo caso el gran Serrat.

Se dijeron muchas cosas. Pero, entre todas, me quedo con la opinión generalizada de que el mundo entero no ha vuelto a conocer, desde aquellas pasadas décadas, una cantidad de talento y originalidad semejantes, como a borbotones, que hoy se da en cuentagotas. Me satisface comprobar que mis ideas coinciden con las de los grandes profesionales. Me siento liberado de cualquier presunta arrogancia en la seguridad con la que divulgo mis criterios. El propio Raphael sabe, por nuestras conversaciones privadas, que enjuicio al mundo de la música más reciente de nuestros días como carente, salvo honrosas excepciones, de esa inspiración extraordinariamente fecunda, además de faltarle un requisito indispensable que tuvo en sus primeros momentos: el estilo propio, la personalidad incomparable. Cada uno era cada uno, sin parecerse a nadie: Beatles, Tom Jones, Elvis, Sinatra, Serrat, Dúo Dinámico, Los Bravos, Los Brincos, Mari Trini… tantos otros y, cómo no, Raphael. Salvando a unos cuantos, ya no hay sellos propios, sino clonaciones. Todo se parece a todo.

Pepe Fuertes

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