Los “Proemios” de Macarena La Garza en la FUNDECA

Los “Proemios” de Macarena La Garza en la FUNDECA

El pié de foto: Una de las obras de MACARENA LA GARZA expuestas en la sala de la FUNDECA.
Proemio, según el Diccionario de la R.A.E., significa “prólogo”, “preámbulo” y otra serie de sinónimos afines. Va dirigido más que nada a la literatura que puede ser científica, de ficción y subdividirse a su vez en muchas partes, si se consideran las diferentes lecturas e interpretaciones de un mismo texto, o de una obra de arte como es el caso.
Estos “Proemios” pueden entenderse desde la lógica cartesiana, como desde las otras muchas culturas que coexisten. Culturas actuales y ancestrales como las chamánicas, psicoanalíticas, pop, existencialistas, anglosajonas, hispánicas,…precolombinas, anteriores a la presencia del hombre –o la mujer blanco/-a, simbióticas, heterodoxas, …pues el “proemio” es el umbral, la puerta de entrada –o no- a todo aquello que sabemos o intuimos.
Todas estas y otras muchas lecturas e interpretaciones están implícitas en las obras que presenta MACARENA LA GARZA en la FUNDACIÓN DE CULTURA ANDALUZA (FUNDECA) hasta el 7 de febrero, en que pueden visitarse en horario de tarde, de 6 a 9 en la c/ Salmedina, 3, de Sevilla, aunque no siempre están explícitas y requieren verlas despacio, deducir o intuir lo que ha querido decir en cada forma o figura que se va transmutando, superponiendo u ocultando en otras, integrando el pasado con el presente y el futuro, porque aquí el tiempo es otro.
Pero el “Proemio” o los “Proemios” además, pueden ser otras muchas cosas asociadas a conceptos que pueden que tienen que ver con la memoria genética, con los procesos y el olvido que debemos realizar a través de las generaciones que nos han precedido, y con lo experimentado en nuestra propia vida.
Nos adentramos pues en un mundo de sensaciones, porque no sólo somos lo que pensamos, sino lo que sentimos. Los “Proemios” lo hacemos nosotros también al atravesar, entrar y recorrer cada una de las propuestas que conforman las emociones y sentimientos que le da MACARENA LA GARZA a su obra, si es que he captado bien lo que me ha explicado personalmente delante de ellas. Lo hacemos, cada vez que cada uno de nosotros nos preguntamos para qué hemos venido a este mundo y para ello no hay más remedio que hacer ese viaje interior, recorrer los túneles donde nos aguardan algún que otro demonio y alguna que otra maravilla. Llegar al Ser y al ser de lo que cada uno deba, quiera o pueda, procurando como diría mi santa que nada nos turbe ni espante, porque con paciencia (voluntad), todo se alcanza.
La exposición en cada obra individual y en su conjunto –sea óleo o acrílico sobre lienzo o grabado sobre papel- remiten a otros códigos que la pertinaz “realidad” oculta, como pueden ser los cuentos infantiles donde la fantasía es la realidad y la realidad no existe o la kábala, lo mistérico, las otras realidades paralelas que pueden partir tanto de la subconsciencia como de la conciencia, para llegar a la consciencia que es de lo que se trata. A la depuración plena. También a una visión relacionada con el Más Allá y el Más Acá, con el orobolos, lo hermético, otras dimensiones del espacio-tiempo.
Es un regreso al origen, al útero universal que es el Cosmos que formamos todos los seres vivos y los aparentemente inermes. Para ello antes hemos de purificar nuestras vidas anteriores y salir de la de nuestros ancestros, nacer de nuevo una vez que hemos llegado tras las sucesivas vidas anteriores a nuestra propia identidad, ya libre y desprendida de todo los pasados.
MACARENA LA GARZA hace una especie de viaje retrospectivo (y que todos hacemos aunque no lo sepamos, o no lleguemos por la dificultad, fuerza, energía y clarividencia que conlleva). Es como realizarlo desde el espejo retrovisor de un coche, lo que está detrás de él y de las cosas, pues se trata de un viaje iniciático que parte de un magma hasta que se va desplegando en lo que vamos a ser cada uno de nosotros. En este viaje nos asaltan dudas, retrocesos, todo lo que nos atenaza e impide el avance hacia el presente que somos o seremos si aún estamos en el camino. De ahí el que pinte lobos, lechuzas, cabras, formas ovoides, árboles, flores, animales híbridos,… que simbolizan la sabiduría, el nacimiento, los obstáculos, la unión del espíritu con el cuerpo o la materia.
Aquí nada nos sirven de brújula, sino que es nuestro propio interior el que deberá debatirse entre lo que la Naturaleza Universal y nuestra propia naturaleza nos pida. Esa naturaleza de la que todo parte y hacia la que todo regresa, tiene muchos nombres: el Todo, el Ente Supremo, cualesquiera de los Dioses y Diosas de cualesquiera de las religiones –cristianas, budistas, zoroastristas,…- el Aleph, la Energía Cósmica, el Eterno Retorno, …una especie de Teísmo (que no panteísmo) del que todos somos una milmillonésima parte.
A ella y reinterpretando su discurso, todo esto comenzó con un pájaro que pide una serie de respuestas para alejarnos de los miedos, resurgir, renacer, encontrarnos con nosotros mismos todas las veces que sean necesarias y llegar a liberarnos de todas las ataduras, si se traspasa esa puerta (misteriosa que ella pinta), y que conduce a la esencia que ya somos.
Podía continuar cogiéndole prestadas sus palabras, con esos códigos que tiene que ver también con la biodescodificación y con la alucinación hipnopómpica, esa que se produce en los momentos previos a la vigilia, provenientes de la videncia, las profetisas, las sibilas y pitonisas extraídas del mundo clásico (pues son interpretaciones místicas femeninas), trazadas con su peculiar lenguaje lleno de formas entre las formas que hay que recorrer lentamente por la miniaturización de algunas, las que emergen o se sumergen desde detrás de otras.
Es un viaje al que nos han invitado la autora y la directora de la FUNDECA, MARTA LÓPEZ, para que vengamos desde el más allá al aquí y al ahora, una especie de catarsis pictórica llena de duendes, hadas, animales simbólicos hechos con un vocabulario que interpreta lo que parecen ser sueños, visiones, que se han quedado intacta delante de cada cuadro como parte del proceso. Por eso mismo su personaje se llama “Ancestrina” y los títulos o lo que quieren significar, tampoco dejan lugar a dudas: “Encarnadura”, “La pulsión de la Tierra”, “Encluecar”, “Soplo”, “Anotaciones del Ayer”, “Apostillar” (en relación a la sangre, la savia, los fluídos).
El “proemio” en consecuencia es el inicio hasta llegar a la meta que se imponga o deba alcanzar cada uno. Una especie de fatum que nos alienta a traspasar al otro lado de la puerta con todo lo que esta nos depara, una vez sanados de fantasmas, alcanzado la paz, la Luz, la plenitud que debíamos resolver para lograr salir del Laberinto.
Y bien, nos hacemos al final con la dedicatoria que nos ha querido regalar a “todos los que se preguntan el por qué y el cómo de la existencia, a los que la vida les cimbrea y sanan, a los que tocan fondo y deciden volar, a buscar su origen y se hacen conscientes, a los que inician el viaje hacia uno mismo”.
En eso estamos, MACARENA, en cruzar esa puerta, llegar a la meta. Ser nosotros. Estar en armonía con el Mundo y con Nosotros.
TERESA LAFITA

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