Crónica sentimental del libro Anónimos infinitos 3 de Marina Bernal
Presentación Anónimos infinitos 3
Por Juan Mellado
Por riguroso sorteo ante notario me toca adentrarme de nuevo en ese universo literario infinito que en su entrega número tres cierra esa trilogía que abarca innumerables territorios de la vida que propone nuestra compañera y sin embargo amiga Marina Bernal. Editado por Sevillapress y el empresario Miguel Gallardo, con la maquetación del chipionero Juan Manuel Zarazaga y Liberis y la necesaria distribución de Azeta.
Pero, ¿Con que nos encontramos de inicio? Pues con una portada y contraportada muy sugerente en la que aparece la autora en fotografía de la impagable Irene Vélez, rodeada de un océano azul y espuma blanca.
Con su vestido azul parece Marina vaya a rendir honores a Yemayá. Seguramente no haya sido esa su intención pero parece que hay fuerzas mayores que nos empujan a un acercamiento espiritual a Yemayá, Nuestra Virgen de Regla, no por casualidad la presentación en este singular claustro junto a tan venerada imagen.
Una portada y contraportada Blanca y azul como la bandera de Chipiona, tierra a la que tanto quiere Marina.
Insisto, quizás ella no haya pensado en esto al idear la portada pero saben ustedes ¿qué representa el color azul?, espiritualidad y pureza. El azul es el color que favorece el equilibrio de las energías, de la comunicación, la comprensión de la vida y de las actitudes de los demás.
El color más espiritual de todo el espectro del arco iris pues simboliza paz y tranquilidad, distensión y armonía.
La misma de la reina Orisha Yemayá, la de nuestra Virgen de Regla que enarbola la verdad, el optimismo, la sapiencia y la comprensión.
El azul es además el tono de la inspiración, de la fidelidad, de la calma, la esperanza, la dedicación, la intuición, el amor por toda la creación, la piedad y la justicia.
Y todo esto no son ni más ni menos los valores humanos que nos encontramos en este libro de micro relatos de Marina Bernal que todos juntos constituyen el verdadero universo personal de la autora.
Citando a la autora, con su lectura se aprende a llorar hacia dentro y a disimular la pena con una sonrisa. Aunque también creo adivinar el asomo de unas gotitas de acidez literaria y amargura en algún texto, lo cual en sí no tiene por qué ser malo sino también bueno literariamente hablando.
También nos encontramos más de 200 relatos en 250 páginas que se pueden leer de un tirón sin levantarse del asiento. Con un lenguaje cercano, recomendado a los que se acercan a la literatura por vez primera y también a los lectores curtidos que necesitan una ventana abierta a la esperanza.
Hay relatos que sobrecogen al corazón por su simbolismo o por la carga emocional que encierran. Adivino en algunos de ellos el amor a una madre que te dio el ser y enseñó esos valores que yo encuadraría en este concepto que en su día se llamó humanismo cristiano. El amor paterno en su magisterio infinito. O el recuerdo entrañable al amigo perdido personificado en el cultivo de una dalia. El significado de la Dalia en el lenguaje de las flores de la época victoriana ha sobrevivido, por lo que cuando la entregas como regalo, esta flor expresa compromiso, cariño, dignidad y elegancia. Mira qué casualidad parte de los grandes valores que practicaba su entrañable cultivador.
También veo el amor de hermana y por qué no observo alguna que otra catilinaria a personajes que se lo ganaron a pulso.
Así podría seguir enumerando impresiones de cada uno de los relatos pero la mejor impresión es la que cada lector individualmente percibe con ojos críticos. Por lo que les invito a leer con detenimiento este libro.
Señoras y señores, parafraseando a Rocío Jurado, llega Marina Bernal como una ola de espuma blanca y rumor de caracolas…
Foto de Esteban Pérez Abión
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