El historiador Tano Guzmán recuerda los efectos en Chipiona  del Maremoto de Lisboa de 1755 con el histórico testimonio de los frailes agustinos de Regla

El historiador Tano Guzmán recuerda los efectos en Chipiona del Maremoto de Lisboa de 1755 con el histórico testimonio de los frailes agustinos de Regla

El historiador Sebastián Guzmán Martín, Tano Guzmán, a la sazón también concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Chipiona, ha recordado hoy los efectos en Chipiona del Maremoto de Lisboa de 1755 con el histórico testimonio de los frailes agustinos de Regla.

Excepcional documento que reproducimos a continuación en su integridad por su valor cultural e histórico.

1 DE NOVIEMBRE DÍA DE TODOS LOS SANTOS Y CONMEMORACIÓN DEL TERREMOTO DE LISBOA DE 1755 Y DE LA SALIDA PROCESIONAL DEL CRISTO DE LAS MISERICORDIAS EN CHIPIONA.

Históricamente nuestro pueblo ha sufrido varios envites del mar, tal como certifica el Instituto Sismológico Nacional. Del que tenemos más memoria es el del 1 de Noviembre de 1755, del cual conservamos variada documentación.

INFORMACIÓN SOBRE DAÑOS OCASIONADOS EN CHIPIONA TRAS EL TERREMOTO DE LISBOA DE 1755 CONSERVADOS EN EL ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL Y EN LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.

Tras el violento terremoto del 1 de noviembre de 1755 el Rey Fernando VI ordenó al Consejo Supremo de Castilla la elaboración de un informe sobre el alcance de daños.
Al requerimiento contestaron 1243 localidades, entre ellas Chipiona a través de su Ayuntamiento y del Convento de Regla.
De la información que aportan al Consejo Supremo de Castilla destacan los cuatro fallecidos y los cerca de 240.000 reales en los que se valora el destrozo «doscientos treinta y ocho mil ochocientos quince reales vellón, incluyendo en esta diez mil pesos que calculan serán necesarios para formar los corrales».
Además aportan una nutrida información las respuestas a las 8 cuestiones que se planteaban a los municipios:
¿Se sintió el terremoto?
¿A qué hora?
¿Cuánto tiempo duró?
¿Qué movimientos se observaron en paredes, suelos, edificios, fuentes y ríos?
¿Qué ruinas o perjuicios se han ocasionado en las fábricas?
¿Han resultado muertas o heridas personas o animales?
¿Ocurrió otra cosa notable?
Antes de él, ¿hubo señales que lo anunciasen?

Las respuestas fueron las siguientes:

INFORMACIÓN FACILITADA POR AYUNTAMIENTO
RELACION que Nos, el Consejo, Justicia y Regimiento de esta villa de Chipiona, en virtud de Orden del Ilustrísimo Señor Obispo de Cartagena y Gobernador de S. M., comunicada por Su Señoría, el Señor Don J. de O’Brien, Gobernador de lo Político y Militar de la Ciudad de Sanlúcar de Barrameda, e Intendente de Rentas reales, en ella y su tesorería, en que se comprehende esta dicha villa, damos de lo acaecido en el día primero de noviembre del corriente, año de la fecha.

Es, a saber:
La mañana de este día, abundó amanecida clara por todos sus horizontes, sin que se hubiese conocido señal alguna que pronosticase el suceso de este día.
Siendo como a las diez de la mañana, se sintió estremecerse la tierra con algunos movimientos, aunque poco conocido de los habitadores de esta dicha villa, pero sin haber estos ocasionado ruina alguna en sus templos, ni edificios, el que duró poco tiempo.
Y a poco rato de haber sosegado lo trémoro [sic] de la tierra, estando en los Oficios Divinos los fieles en la Iglesia, y celebrándose la misa mayor, se oyó un ruidoso estruendo hacia el mar, que llenó de pavor y miedo a los habitantes, los que solicitando la causa de este insulto, repararon haberse alterado el mar y salido de su curso con tal furia, que las olas o, por mejor decir, rollos de mar, que no sólo subieron por cima de los barrancos con bastante furia, inundando las calles y playa, sí también que arrancando quasi de cimientos todos los corrales de pesquería, sembró con sus piedras las calles que venían envueltas en el desordenado oleaje, cuya intespetuosa noticia alteró los animos de los fieles, de tal suerte que salieron los que en la Iglesia estaban.

Y en sus casas y otros, pidiendo misericordia, y teniendo por el día fin del mundo, retirándose a los campos, del segundo asalto del mar, quedando sólos en el pueblo parte de las Justicias y enfermos.
Cuyo rigor no sólo vio el mar por la Puerta de la Mar de esta villa, sino que circunvalan toda la costa y montes grandes de arena que rodeaban el camino, y convento de Nuestra Señora Santa María de Regla, que por cima de dichos cerros entró el mar con tal furia que inundó todas o la mayor parte de las viñas que le enfrentaban, quedando éstas, en inteligencia de todos los peritos, perdidas, pues aún hoy no se permiten dejarse labrar por la pesadez de la lama (?) que sobre ellas dejó; de que es el caudal neto que tienen, según la tasación de hombres inteligentes, doscientos treinta y ocho mil ochocientos quince reales vellón, incluyendo en esta diez mil pesos que calculan serán necesarios para formar los corrales, y aunque creemos será poca cantidad respecto de lo mucho que destravió [sic] la piedra, los golpes de mar.

En cuanto a ruinas no se ha experimentado alguna en edificios y sólo [ha] habido la muerte de dos corraleros, que tenían su morada en una choza cerca (?) de los corrales, que llaman Montalavez, que ésta se la llevó el impulso del agua, llevando sus fragmentos bien distantes. Y, asimismo, a los dos que en ella estaban.

Atribuyendo todo este beneficio a el Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de Regla, que usaron en esta ocasión de sus piedades con estos fieles.
Que es cuanto podemos hacer presente a V.S. para que lo haga a dicho Ilustrísimo Señor.
Fecha en Chipiona a cinco de diciembre de mil setecientos cincuenta y cinco años.
Manl. Ysid.o Diego Carro, Francisco de Guzmán
[Remitido por el Gobernador de Sanlúcar de Barrameda].
(3.183-1º)

INFORMACIÓN DE LA COMUNIDAD FRANCISCANA del Convento Santísimo de Nuestra Señora Santa María de Regla, del Orden calzado de los ermitaños de Nuestro Padre San Agustín de la Observancia, situado extramuros de la villa de Chipiona, en vista de lo mandado por el Ilustrísimo Señor Gobernador de el Consejo, y a pedimento de las Justicias de dicha villa, que se dirige a exponer individualmente lo acaecido en el terremoto, que se experimentó el día 1.o de noviembre del presente año de 1755,
certificamos lo siguiente:

* El referido convento está situado un cuarto de legua poco más o menos de dicha villa de Chipiona, en las orillas del mar océano, una legua de Sn Lucar de Bar. y dos de la villa de Rota.

* El coro de la Iglesia hace espaldas a el mar por el Poniente. Está contíguo a unas barrancas de tierra muerta, y arena, con sóla la planicie de 4 varas, por una parte, y por otra de 6 â 8. Y a la espalda de el coro está un baluarte fundado sobre dichas barrancas, y tendrá de alto de 5 a 6 varas de la planicie de la plaza, y dicho baluarte está fundado sobre la misma arena, y por la muralla que mira a el mar, ha quedado sin terreno por las repetidas veces que se acerca el mar en sus crecientes a causa de robar la arena sus cimientos superficiales.

* A el lado de dicho baluarte, por la parte de el Norte, está una capillita, en cuyo sitio estuvo oculta Nuestra Señora imagen de Regla los 616 años, poco más o menos, que dominaron los sarracenos esta parte de España, y más gozosamente se descubrió por los años de 1333 y en el de 1339 entramos en la posesión de esta Iglesia y su Santa Imagen, por donación del Ilustre Caballero Don Pedro Ponze de León, cuarto Señor de Marchena, progenitor de los excelentísimos señores duques de Arcos.

* Desde el referido tiempo hasta hoy se ha mantenido Nuestra Religión en la contínua posesión de esta Santa Casa, en la que se observa la vida regular reformada, viviendo la vida común con la mayor perfección, dedicados sus religiosos noche y día en contemplación, con separación de el siglo.

* La devoción universal de ambos mundos a esta Santa Imagen es tanta que, continuamente, concurren en esta Santa Casa innumerables gentes en romería a cumplir sus votos por los contínuos milagros que en beneficio de todos se experimentan de esta Santa Imagen, y con especialidad los navegantes, que siempre la han venerado por benéfica estrella de el mar como lo acredita el crecido número de milagros que están pintados en los claustros, y cada día ofrecen los devotos.

* Regularmente todos los navíos que vienen de la América avistan esta Santa Casa por primera parte de tierra, y antes de entrar en la ciudad de Cádiz hacen indispensablemente su salva de cañón en demostración de su alborozo y alegría.

* En la situación de este convento, forma el mar una grande ensenada, apta para poder hacer desembarco en alguna armada enemiga, por cuya razón se edificó el referido baluarte el año de cuando la invasión de la armada inglesa, y desembarco en la villa de Rota, y ciudad de el Puerto de Sta María.

* Y, asimismo, esta costa está expuesta a el desembarco de moros corsarios, y piratas, y que puede peligrar este convento y la citada villa de Chipiona, aunque hasta aquí se ha libertado de estos enemigos por especial milagro de Nuestra Santa Imagen, mas para conservación de dicho baluarte contiguo a nuestro convento se necesita formar una muralla desde el planicie de la playa, para fortalecerlo, y para la indemnidad de nuestro convento, que es el asilo, en su ensenada, de las embarcaciones que se refugian bajo de el cañón en los temporales y persecuciones de los enemigos.

* Supuesta esta relación para mayor inteligencia, pasamos a referir el citado terremoto.

* En el citado día 1 de noviembre no se advirtió novedad alguna desde el amanecer hasta las 10 del día por estar el tiempo sereno, y el día pacífico, el mar quieto y sosegado, viento Norte poco sensible. Mas, siendo como las 10 de la mañana, hallándose esta Comunidad en su coro alto cantando solemnemente la hora de tercia, se empezó a sentir que el coro, y la Iglesia, se balanceaban con extraño movimiento y éste, tan perceptible en la vista, que facistol, lámparas de la Iglesia, candeleros de el altar, y todo el templo se estremecía y movía a modo de una cuna, de un costado a otro costado, que miran a el Norte y Sur.
* Advirtióse ser un terrible terremoto, y aunque en todos causó el correspondiente susto, y se entró en el recelo de que se desplomase todo el edificio, que [es] de cantería, sobre todos nosotros, faltó la libertad para desamparar el coro, ligados todos de un mismo superior impulso, y llenos de la más segura confianza en el Patrocinio de Nuestra Santa Imagen, que estaba patente a la vista en su majestuoso trono. Al punto nos postramos todos de rodillas, y esforzando nuestra devoción, seguimos con la mayor constancia la hora canónica.
* Duraría el temblor como de diez a doce minutos y, conocida la restitución que hizo la tierra a su pausa, y quietud natural, volvió la Comunidad a tomar sus asientos, reconociendo cada uno la Piedad Divina, y el Patrocinio de María Santísima de Regla, Nuestra Señora, que nos libraron de el estrago amenazando con tanta felicidad que no se experimentó el menor daño en todo el recinto de el convento.

* Cantóse la misa conventual sin el menor recelo, y concluída, se cantó la hora de sexta; sobre el fin de ésta, que sería como las 11 y cuarto, se oyó un espantoso bramido de el mar, y se vio que se elevaron tanto las olas, que arrojándose con violencia las aguas sobre el citado baluarte, y sobre las barrancas de el convento, arrollaron a un artillero, que estaba en él (el que no padeció daño alguno, por haber invocado el patrocinio de Nuestra Santa Imagen), y cayeron sobre las paredes de el convento, y corriendo por sus fosos inundaron la Iglesia y cercaron sus 2 costados hasta introducirse por la puerta principal de los Patios, que mira a el Levante.

* Sorprendidos de este no previsto impulso de el océano, algunos religiosos que estaban fuera, y dentro de el coro, huyeron con aceleración a los campos, manteniéndose otros en el mismo coro.
* El Prelado, sin perder el ánimo, convocó su Comunidad a tañido de campana, y volviendo a el convento los que huyeron, se vistió el Prelado de Preste y tomando la reliquia de el Lignum Crucis salió formada la Comunidad con cruz y cirial a el altar mayor, donde comenzaron las letanías mayores y salimos procesionalmente a las inmediatas barrancas, donde está el baluarte y capillita, en que estuvo oculta la Santa Imagen, y allí nos mantuvimos con fervorosas rogativas y expuestos a la furia de las olas que batían y se elevaban cerca de nuestros pies.

Bien habíamos advertido desde la primera invasión de el mar que su irregular movimiento había sido efecto del terremoto; veíamos que repetidas veces menguaba, y crecía el mar con irregularidad y furia, advertíamos que media legua la mar afuera estaba el mar sereno, y que algunas embarcaciones menores con tranquilidad se mantenían a la vela, y que sólo sobre la ribera, se elevaban y batían las aguas, aunque no con tanta fuerza como al principio, mas temíamos que se nos arrojase el mar sobre nuestro terreno, y que nos [a]islasen las aguas, impidiéndonos la fuga, caso de que no nos sumergiesen y derrotasen el convento, pues en ambos riesgos nos hallábamos sin más recurso que la Piedad Divina, y amparo de Nuestra Santa Imagen.

* Así permanecimos hasta la una y media, con poca diferencia, a cuya hora repitió otro impulso de las aguas, menor que el primero, pero bastante a elevarse sus olas sobre las barrancas, y capillita, corriendo otra vez por los costados de el convento, y para evadirnos de ser arrollados de las aguas nos separamos a los lados que no se elevaban las aguas.
* Después conocimos que el mar se retiró y que según la cuenta marítima llevaba ya hora y media de menguante. Y viendo que por largo rato se aquietó el mar, quedándose con un género de bullicio o hervidero en todo el distrito en que se comenzaron a elevar las aguas, y advertidamente que hacía una vista el mar como media legua de la ribera conservando las aguas, una especial obscuridad y tintura de color de barro y tierra.

* Duró este movimiento extraño coma dos horas y media, y comenzó a las once y cuarto.
* Al fin nos pareció que estábamos fuera de el peligro, y volviéndonos a la Iglesia tributamos rendidas gracias a Dios Nuestro Señor, y a su Madre Santísima, que en todo este lance estuvo manifiesta en su camarín.

* Por la tarde salimos en Comunidad a registrar esta nuestra situación y hallamos que unas antiguas murallas que están hacia el Sur, y defienden que las arenas no cubran y pierdan las viñas de este convento, habían sido derribadas de las aguas y que estas se habían introducido por muchos cerros, que están en esta ribera entrando por viñas y pinares, en que hicieron notables daños; después hemos visto y sabido que los 7 corrales de pesquería, que están en esta costa en que se incluyen 4 propios de este convento fueron totalmente destruidos, cuya ruina ha sido de gran perjuicio a todos los interesados, en que tiene mucha parte esta misma Comunidad que, por su regular observancia, se mantiene del pescado la mayor parte del año, y siendo tenues sus rentas, por mantenerse la mayor parte de limosna que ofrecen los devotos, carece de fondos para la reedificación de dichos corrales.

* Y la misma fortuna han corrido los vecinos de esta villa de Chipiona en sus haciendas.
* A la primera invasión de el mar salieron huyendo las familias de dicha villa de Chipiona (a reserva de algunas personas, que se mantuvieron en ella) y se retiraron a unos cerros altos, que estaban media legua de dicha villa, en donde pasaron de noche temiendo que a la creciente de la media noche siguiente repitiese el mar el mismo impulso primero por haberlo recelado así los prácticos marítimos y, por la misma causa, se mantuvo esta Comunidad en vela la misma noche, observando algunos religiosos desde la torre los movimientos de el mar con algunas precauciones para el lance. Mas fue Dios servido no hubiese novedad alguna.

* Al día siguiente, domingo, concurrieron a este nuestro convento los hombres, mujeres y niños de dicha villa, que se habían retirado a dichos cerros.
* Y entraron todos de rodillas por el claustro, entraron todos en la Iglesia bañados de lágrimas y con fervorosos afectos dieron gracias a Dios y a esta Santísima Imagen, cuya patrocinio imploraron en el mismo conflicto, por haberlos librado de tan inminente riesgo.

* Oyeron la misa conventual que cantó esta Religiosa Comunidad y asistieron a el Te Deum que se cantó solemnemente, estando patente el Venerable Sacramento, y descubierta Nuestra Milagrosa Imagen en acción de gracias de el singular beneficio que todos recibimos de la Piedad Divina.
* Y reconociendo todos, que sólo por milagro se conservó esta Santa Casa libre de la furia de el mar, sin más defensa en lo natural que unas cortas barrancas de tierra muerta, y arena sobre las que batieron, y se elavaron las furiosas olas de el mar, lo que admiramos más, a vista de los muchos estragos que se han experimentado en otras cuestiones no tan expuestas a el peligro, y con mayores resguardos.

* Así lo reconocemos los humildes hijos de María Santísima Madre y Señora de Regla, que vivimos dedicados en este Desierto a el divino culto, y contínua veneración de Nuestra antigua, milagrosa, sagrada imagen con el título de Regla.

* Con esta nuestra situación sólo hubo la desgracia de haberse ahogado un hombre anciano, y su nieto suyo de 8 años, vecinos de dicha villa, que a la sazón se hallaban en la casilla en los corrales de pesquería, situada en un cerro, junto a la playa.

* El cuerpo del anciano se halló al siguiente día en unas viñas, y el de el chicuelo arrojado de el mar en la misma playa a los 10 días.

* Después de el terremoto, e invasión del mar ya referidos no se ha notado en esta situación movimiento irregular en mar y tierra, ni otro notable signo digno de consideración.
* Esta es la declaración que puntual, y legalmente, hacemos según lo que hemos entendido, y advertido en todo el irregular suceso, y nunca visto, ni oído en estos países.

Y para que conste donde convenga, lo firmamos en este nuestro Convento Santísimo de Nuestra Señora de Santa
María de Regla, en 6 de diciembre de 1755.
Fr. Juan de Cuenca, Fr. Joseph Pérez, Maestro Fr. Luis Pacheco,
Fr. B. Torres, Fr. Francisco Herrera, Fr. Luis Muñoz,
Fr. Joseph del Pino, Fr. Manuel Costa, Fr. Francisco López,
Fr. Joseph Quadrado, Fr. Joseph Alvarez
[Remitido por el Gobernador de Sanlúcar de Barrameda].
Fuentes y bibliografía:
-AHN. Consejo de Estado. Sig. 3.183-1 ; 3.183-2 ; 2.909 ; 2.173 y 4.821
-«Los efectos en España del terremoto de Lisboa de 1755» M. Martínez Solares. 2001

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