Reflexiones en torno a “Áspera seda de la muerte”
Por Juan Mellado.
Fue en 2009 cuando me encontré con el encargo de hacer la crítica de la primera novela de Paco Gallardo, El rock de la calle Feria, un crónica de la Sevilla de los 70/80, aquella ciudad de Triana, Smash o de la dureza de esa droga mortal y en la que sobresalía el personaje de, la Lola, una mujer representativa de la época. Crónica, social, musical y sentimental que todavía hoy recordamos-. Territorio éste que intuyo volverá a explorar cuando menos lo esperemos, más pronto que tarde.
En 2012 nos encontramos con aquel relato de la Sevilla medieval del Siglo XII, “La última noche”, historia de la primera médico Sara Avenzoar, una mujer adelantada a su época y que se resistía a desempeñar el papel que la historia que le había asignado.
Ycuando esperábamos la anunciada “La manta de lino azul”, todavía nonata para nosotros los mortales, viene Paco Gallardo a sorprendernos con su magnífica “Áspera seda de la muerte”, en donde, y voy a decir el primer tópico, el autor nos muestra su madurez como novelista.
Lo que más sorprende en Paco Gallardo, o no, es su gran capacidad histórica documental para mostrarnos la Sevilla de principios del Siglo XIX, donde según palabras de Clara Guzmán,destacan la intolerancia, el oscurantismo y los malos tratos.
Para mí, la novela es mucho más, que también, una historia del maltrato a la mujer, es el retrato de una Sevilla, de una España profunda que se resiste a asimilar el inexorable progreso. Una novela que disecciona nuestros principales pecados capitales que desgraciadamente, y en pleno Siglo XXI, aún perduran.
Y de nuevo Gallardo nos presenta el personaje de una mujer en busca de su identidad, de su libertad, Flora de Letona. Y lo hace con la habilidad de saber sobre el palo del que escribe ya que no en vano, rodeado de mujeres, describe como nadie el interior, el alma femenina más cercano a ella que otros mortales.
La historia de Flora de Letona es una lucha contra su destino, el que le tenía reservado la sociedad de su época, más cercana al infame rey Felón Fernando VII, representante de la España más oscura y antecedente de nuestra guerra incivil, que a la España de la Ilustración, aquella que bebía en Voltaire, Rousseau o Montesquieu. !Ay, aquellos ilusos diputados de las Cortes de Cádiz!
Una mujer que se resiste a ser depositada en un beaterio tras un episodio de infame maltrato conyugal ,curiosamente llamado de San Antonio, aquel santo tan milagroso para aquellas mocitas que pedían novio.
Flora de Letona es el gran pretexto de Gallardo para presentarnos gracias a su personaje todos los vicios de la época. Desde la iglesia, la medicina, la arquitectura, el ejército, la vida conyugal, o la intolerante sociedad civil que cuando le conviene mira hacia otro lado.
A través de Flora, esposa y madre sufridora, y de sus compañeras depositadas en el Beaterio, Gallardo nos presenta lo más abyecto de la sociedad que recrea. Así su esposo el Teniente ilimitado Ballester héroe glorioso contra el francés, todo lo contrario de lo que aparenta ya que es en sí mismo el prototipo de maltratador de ayer, de hoy y de siempre, porque permítanme hacer esta reflexión, algo deberemos estar haciendo mal, rematadamente mal para que este problema ambientado en la primera década del Siglo XIX esté hoy totalmente vigente, corregido y aumentado.
Demoledor el pasaje que describe cómo se llevan a Flora detenida como consecuencia de haber presentado su demanda de divorcio.”La llevamos igual que a un criminal se le conduce por la calle para encerrarlo en la cárcel,. Aunque la casa estaba a dos pasos, la enseñamos por toda Sevilla”. Claro antecedente de los conocidos sucesos de paseos con pelo rapado y aceite de ricino, de nuestra historia más reciente. Sí, reciente, porque en historia 80 años es ayer mismo.
Gallardo utiliza palabras demoledoras para describir el maltrato a la mujer, toda la novela está llena de referencias que aquí sería prolijo y ocioso repetir. Así desde la mujer en calidad de depósito o la referencia a las criadas analfabetas, que nosotros hemos conocido no hace mucho en la década de los 60. Refleja males actuales hasta hace muy poco como la zurdez vista con malos ojos:
“Tantos esfuerzos que había hecho su madre para que no se le notara la surdera, la mano izquierda atada, detrás, a la espalda para evitar que escribiera con la mano del diablo”.
Bueno, llegado a este punto, yo mismo me declaro zurdo y que utilizo esa siniestra mano incluso para las tareas más inconfesables.
Leo curiosidades también vigentes hasta hace muy poco, como la mala opinión sobre las mujeres bebedoras.”Está muy feo que las mujeres empinen el codo, beber es cosa de hombres”, algo que me suena al anuncio del Veterano. Bueno yo he vivido la época en que las mujeres vivían vino en taza para que no se supiera y más adelante el copazo de aguardiente en Teresa la del corte, cuando iban camino de la plaza de abastos a por los mandados.
Una sociedad con mentalidad atrasada y que asigna un papel esclavista a la mujer. La misma madre de Flora de Letona, Doña Concha, defiende valores machistas. “Los trapos sucios se lavan en casa. Las mujeres están hechas para aguantar”. Además de presumir de no haber leído un libro en su vida, algo que desgraciadamente abunda mucho actualmente.
Su mismo padre, D. Ramón, dice; “en ti no merece la pena invertir, eres una niña”. O Juanito, su hijo de corta edad que llama zorra a la mujer que lo trajo al mundo.
Y la figura del teniente ilimitado, pero ilimitado en todo lo siniestro, un gran hijo de la gran puta y perdonen ustedes por ser tan prosaico y señalar tan directamente, pero si seguro vais a perdonar a Flora de Letona por esta expresión usada por ella a lo largo de la novela, lo tenéis que hacer también en mi humilde persona. Un teniente que recoge todo lo malo de un ejército de antaño y lo más abyecto que podamos ver en un hombre.
Uno de los males que refleja Áspera seda de la muerte es la secular ignorancia de siglos de la clase pudiente andaluza, alejada de los preceptos de la Revolución Industrial, diferente hubiese sido nuestro destino, como en el ejemplo de las latas de conservas.
Mención aparte merece el personaje del Doctor Arribas, otro adelantado a su época, alejado de sus colegas contemporáneos y que parece un descendiente de la misma Sara Avenzoar, aquella mujer y médico de la Sevilla medieval que luchara contra la ignorancia de una medicina anclada en el sangramiento. Enlaza además por la preocupación del estado sanitario de la ciudad o de las condiciones de trabajo de las cigarreras que sufren tabaquismo sin fumar.
“De estas cosas tratan los informes, los documentos que luego nadie lee, allí en el ayuntamiento donde los próceres se ocupan más de hablar de las políticas”.
No es casual que el doctor Arribas lea libros antiguos de Cornelio Agrippa, Alberto Magno o Paracelso. Busquen, busquen en Wikipedia.
Otra perla encontrada en la novela es la expresión de, “no es bueno que la mujer sepa más que el hombre”, o “las mujeres no deben escribir”. Problema y sentimiento que ha perdurado hasta hace muy pocos años en los que yo mismo viví cómo alguna mujer iba a aprender a leer y escribir a mi colegio a escondidas de su marido.
Pero Flora de Letona se resiste a todo ello, como a arrodillarse ante ningún hombre, aunque sea cura.
Cuestión interesante que aborda la novela y que serviría para abrir lo que yo llamo un gabinete de crisis o un bien llamado seminario para estudiar el tema, es la presencia de los franceses en España.
Si bien existe el pensamiento de que si los franceses hubiesen permanecido en España, la historia de este país hubiese sido otra en el sentido más justo y democrático, sin embargo no salen bien parados por su actitud saqueadora de nuestros bienes culturales como bien y acertadamente se refleja en la novela. Cabe preguntarse a día de hoy: ¿Una España gabacha habría sido mejor?
Otro territorio que recorre Paco Gallardo en su novela es el tema eterno de España.
“España es un país imposible, piensa Don Ramón”, aunque ya no lo dice. No está bien vilipendiar a la patria.
No tiene desperdicio este pasaje: El general Castaños se quedó en una posada de Andújar sin mover su división. Esperando la derrota, algo muy español eso, sentarse con los brazos cruzados a esperar la tragedia”.
Y en esa España preocupante un aviso de navegantes del interesante personaje Francisco de Saavedra. “Si a los hombres, a los pueblos, no se les da dignidad, futuro, celo por la madre patria, por la religión, se entibia. Luego van y se independizan que eso es lo que pasa don Ramón, que eso es lo que acaba pasando”.
Demoledora el pasaje donde se recrea a Blanco White, donde se disecciona la realidad de la época cuando habla de la ignorancia, de la superstición.
Un personaje vomitivo es el de Luisa Sarmiento, la suegra de Flora. “La buena esposa es como un perrillo, aunque su amo le pegue, le arroje piedras, sigue moviendo la cola, tumbándose ante su dueño para apaciguarlo. Un buen perrillo tiene siempre el ojo, el corazón en su amo”.
Aborda también nuestra geografía más cercana ya que el Guadalquivir, la barra de Sanlúcar de Barrameda o nuestra costa, con su eterno problema de la navegación, no es ajena al devenir de Flora de Letona.
Hay un momento cumbre de la novela que no voy a desvelar pero en el que se desata una persecución sistemática con consecuencias tremendas que leyendo ese pasaje me recordó a la que hizo el Virrey de Andalucía en 1936 y siguientes.
La novela por otra parte está llena de metáforas, de adjetivos empleados certeramente, de poesía, de erotismo, de lucha por la vida y de lo que consideramos que es nuestro.
“Menos mal que, aunque la tierra nos ahogue, siempre nos quedará la firmeza del mar”
Es una novela-trampa para todas aquellas personas que les guste leer y tengan inquietudes porque abre ventanas hacia la Ilustración, los afrancesados, Lord Byron, Blanco White, la historia de la navegación por el Guadalquvir, la Cádiz trimilenaria de la Constitución de 1812, la nuevas experiencias en la medicina y así un largo etcétera.
Es Áspera seda de la muerte un claro ejemplo de la vida misma que incluso algunos de nosotros haya podido sufrir, pero es a la mismo tiempo un canto de esperanza de que si luchamos lo conseguimos. Eso sí, no podemos ahora ser más papistas que el papa y crear una red de censura de opinión para que se nos acuse precipitadamente de apología de no sé qué cosa. Porque en definitva no se trata sólo de utilizar un determinado lenguaje sino de ciertas actitudes acordes a ese lenguaje que se pregona. No sé si me entienden o, quizás sea mejor que no me entiendan.
En definitiva éste que habla les propone que lean, lean, lean, es la mejor cura contra la ignorancia y la estulticia. Y si pueden lean Áspera seda de la muerte, no les va a defraudar.
Áspera seda de la muerte .-
Publicada por Editorial Algaida la obra es XXI Premio de Novela Ciudad de Badajoz y representa una denuncia abierta al maltrato de género
Francisco Gallardo (Sevilla, 1957) publica su tercera novela “Áspera seda de la muerte” (Editorial Algaida, XXI Premio de Novela Ciudad de Badajoz).
Sus dos novelas anteriores, “El rock de la Calle Feria”(2008) , y “La última Noche” (Premio Ateneo novela histórica, 2012), fueron también presentadas en numerosas ciudades de la geografía española con gran éxito de público y crítica.
En su tercera novela es una mujer también la protagonista, aunque el contexto histórico es 1813. Un documento que le entregó un amigo historiador, Bibiano Torres, fue el punto de partida para adentrarse en la Sevilla de principios del siglo XIX y en un pleito muy singular por una separación matrimonial. Él es un teniente ilimitado (de carrera), un héroe de guerra que ha conseguido echar a los franceses. Ella, Flora de Letona, una sevillana de clase media alta, que decide recurrir a los tribunales de justicia para separarse, cansada de sufrir malos tratos que describe literalmente así :“mi marido me pega más de lo normal”.
Un caso habitual en cuestión de malos tratos, un comportamiento social admirable y un comportamiento privado deleznable. La cara y la cruz de la violencia de género. Ella se refugia en casa de un abogado los seis primeros meses pero después es “depositada” en un beatorio hasta que se resuelve su caso.
Sobre este delicado tema , con el que cada vez se sensibiliza más la sociedad, manifestaba el escritor:
“La estructura de violencia sigue profundamente arraigada en la sociedad, aunque hoy en día no es igual que en el XIX. Han pasado dos siglos pero la violencia no se ha conseguido erradicar. En aquella época ella pertenecía a una familia de buena posición porque sino hubiera sido imposible iniciar un pleito legal”.
Los casos de separación matrimonial eran muy escasos y entre 1810 y 1830 ha conseguido documentar sólo cuatro:
-“He dedicado mucho tiempo a los aspectos legales pero también he aprendido muchísimo. Ella cambió muchas veces de abogado, él solo tuvo uno. Los distintos abogados que defendieron a la mujer fueron redactando distintos argumentos pero quien finalmente la defiende habla del término “igualdad absoluta” que debe haber entre un hombre y una mujer”
Una novela donde abunda el diálogo y que reproduce escenas casi cinematográficas:
-“Yo estoy acostumbrado al relato oral, a la tradición oral. Mi madre era escritora, ella nos contaba a los cuatro hermanos relatos que me han quedado para siempre. Yo quería reflejar esa tradición y esa forma de ser, sobre todo en la madre de ella, doña Concha. Es la tradición oral de Sevilla, el estilo directo libre y con mucho detalle. Una estructura moderna pero en un ambiente histórico”.
Aprovecha el autor para recoger además palabras que han permanecido en nuestra lengua pero que tienen un grado de antigüedad.
-“Alferecía”, recordaba Francisco, es una palabra muy bonita que he rescatado que significa que le “ha dado un mal”. Algunos médicos las definían como una especia de accidente vascular, pero popularmente diríamos que le ha dado un “jamacuco”.
Francisco Gallardo dijo «Me indigna tanta violencia machista y el escritor tiene que comprometerse. Esta novela es una denuncia.Las mujeres son las que rehacen el país después de la guerra civil. Las milicianas y las monjas. Se ponen de acuerdo y dicen: vamos a dejarnos de tonterías».
En la novela, Gallardo denuncia los abusos del maltratador y homenajea a sus colegas. «En la Academia de Medicina de Sevilla hay para mil novelas. Después de la de París, fue la más importante del mundo. Llegaban los libros en barcos a Cádiz».
Así habla de su ultima novela el autor:
«Escribiendo esta novela he aprendido mucho sobre ese momento histórico de Sevilla, posiblemente el más gris de su historia. En 1813 se acababan de ir los franceses de la ciudad, hubo escasez de alimentos por el abandono del campo durante la guerra, para colmo rebrota la fiebre amarilla que había llegado de América en 1800. Por otro lado, la ciudad sufre los últimos coletazos del cambio del Antiguo al Nuevo Régimen. Hay una burguesía sevillana, con Saavedra al frente, que intenta hacer una Compañía para que el Guadalquivir sea navegable y que sus aguas traigan mercancías, comercio, el progreso. En Triana se está construyendo el primer barco de vapor de España. Hay tímidas iniciativas empresariales. El tiempo determinaría el fracaso de todos estos proyectos. Parece como si en este momento comenzara el eterno bucle de Sevilla. Todo esto me obligó a hacer una reconstrucción muy rigurosa de Sevilla en 1813. Los personajes tenían que moverse con soltura en ella. He tenido la sensación que caminaba, que iba pisando sobre la ciudad escrita.»
Sipnosis de la novela
En la Sevilla de primeros del XIX, Flora de Letona decide tomar una decisión sin precedentes: harta de los malos tratos a los que le somete su marido, decide abandonarlo y solicitar el amparo de la justicia. De esta manera, recurre al abogado Tous y se refugia en su casa. Días después, a hurtadillas, se lleva consigo a sus hijos, pero el teniente Ballester -héroe de la guerra de la Independencia y esposo de Flora-, se moviliza y consigue que la autoridad le devuelva a los niños. Asimismo también consigue que su mujer sea depositada en el Beaterio de San Antonio hasta que se resuelva el pleito del posible divorcio. Basada en hechos reales y siguiendo documentos del siglo XIX, Francisco Gallardo ha escrito una novela histórica de irrenunciable actualidad.
Francisco Gallardo , está especializado en Medicina y Traumatología del deporte, dirige su propio Centro médico en la C/ Águilas, número 6 de Sevilla. Es viajero y lector infatigable, amante de la música y de las buenas tertulias
Jugador de baloncesto durante más de dos décadas en el legendario Club Amigos del Baloncesto,que ya le han tributado un homenaje por el éxito de su tercera novela, estudió en los Maristas y realizó la carrera de Medicina en la Universidad de Sevilla. Está casado con Mª del Carmen Martín Salinas y es padre de tres hijas, Arantxa, Sara y Carmen.
Tiene vínculos afectivos con la localidad gaditana de Chipiona y es hermano de la Soledad de San Lorenzo.Ha desarrollado su carrera profesional en el Caja San Fernando de baloncesto de la Liga ACB; la selección española de baloncesto; el Club Sato Sport y el Centro de Alto Rendimiento de la Cartuja. Durante veinticinco años ha investigado acerca de la medicina en Al-Ándalus. Fruto de todo ello son diversas colaboraciones en revistas científicas y en distintos medios de comunicación.
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