Esa sangre veloz de los artistas: Donde te vas a meter.
Me cuentas que un conocido hace gestiones estos días para conseguirte que veas desde el atrio de la Basílica la salida de La Macarena. Donde te vas a meter, vida mía…
Tuve la suerte de conseguir eso mismo durante muchos años gracias a un hermano mayor inolvidable que se llamó José González Reina. No creas ni te esperes que decirte esto significa que te lo vaya a contar. Y no te voy a decir la frase hecha de que no hay palabras, porque sí las hay y muchas… pero yo no sé decirlas. Sé que te gustan mis cartas, pero no me lleves hasta ese aprieto, no me dejes al relente y en entredicho después de conseguir tantas veces tu admiración. No me tires por tierra tantas letras, tantos pensamientos. No me dejes hueco ni vacío de expresiones. No me descubras inútil ante los demás ni ante ti misma. Ten cuidado con lo que haces, chiquilla. No me anuncies estas cosas, que se entera la vanidad y no hay quien la sujete. Que la osadía se dispara. Que la soberbia no tiene límites por el hecho de saberse haciendo cumplir unas cuantas reglas de gramática parda. No me empujes contra las cuerdas, preciosa. ¡Cuidado! ¡Que me estás hablando de La Macarena!
¿Ves? Ya la liaste con su nombre. Ya no hay quien me pare. Nada es ya capaz de detenerme, como nunca me detuvo ni el inmenso gentío que la rodea en La Madrugada. Preso del arrobo en cuanto veía su cara, en cuanto sentía su pulso de esperanza imbatible, la acompañaba calles y calles después y más allá de donde la había esperado, sin explicarme cómo había podido llegar hasta tan lejos casi sin pisar el suelo. En una barca atravesando la tempestad del mar apaciguada, unos hombres se preguntaron quién era Aquel a quien hasta las aguas y el viento obedecían. Por Resolana, Feria o La Alameda, las multitudes también podrían estar interrogándose ¿quién es Ella, que rompe el principio de gravedad y la ley de impenetrabilidad de los cuerpos? ¿Qué tiene Ella? ¿Qué pasa con Ella para sentirla tan nuestra sabiendo que no es de este mundo, que está de prestado en Sevilla gracias a los ángeles, como un milagroso regalo de luz para nuestras penumbras?
Donde te vas a meter, querida…
Donde te vas meter es pisar la gloria sin pagar el peaje de la muerte. Es tener noticia de la otra vida mientras aún no has dejado esta. Es asomarte adonde están los que te faltan y quedarte tranquila. Es seguir tu camino con las mismas preguntas de siempre, sin que te importen ya las respuestas. Es una feliz explicación de todo -¡de todo!- aunque miles de misterios sigan apretujándonos en nuestro espacio insalvable de humanos.
Donde te vas a meter, amiga…
Es meterte en la boca del lobo de la emoción. Es situarte al borde mismo del cráter de un volcán en erupción. Es oir antes que nadie el trueno, mientras miles de personas que aguardan a que aparezca se resignan con divisar en la lejanía su impresionante resplandor.
Cuando Ella se aproxime al alto dintel de la puerta de su Basílica, cuando escuches, aún sin música, esa sinfónica del compás elegante de sus bambalinas, cuando te adviertas en una propia tensión jamás en ti conocida, entonces, chiquilla, entonces te temblarán las piernas como si el suelo se abriera bajo tus pies, igual que si te hubiera cogido la vida justo en el epicentro de un seísmo, allí donde resuenan atronadoramente más fuertes los efectos de una sacudida incontenible que lleva su nombre, que irá extendiendo su nombre, paso a paso, por toda la ciudad hasta resquebrajar las piedras más duras de las desolaciones. Será su señal, como otra nueva estrella, el lagrimal de los hombres rendidos al Bien.
Cuando te pase todo esto, cuando se te venga encima -de frente y poco a poco- el paraíso de su palio, el edén de su sonrisa y la inmensa fortuna de que su fragancia te vaya rozando hasta alcanzar la misma ribera de las cosas tuyas y de tu propia vida, por caridad, amiga, en ese momento sólo te pido un favor que se haga sitio entre tus ansias y oraciones: acuérdate de mí cuando estés en su Reino.
José María Fuertes(*)Es cantautor y abogado
Leave a reply