Esa sangre veloz de los artistas. «Marga Alonso»
Acabo de conocer a Marga Alonso. Y, con ella, a una reunión de gente estupenda, de esas que te hacen pensar en el viejo dicho de “Dios los cría y ellos se juntan”. He llegado hasta donde estaban igual que antes, durante años, llegué a otros lugares en los que esperaban personas fascinantes… he llegado gracias a Marina Bernal y Miguel Gallardo. No fallan. Parece que dieran sus pasos con un sensor de seres humanos extraordinarios. La verdad es que, por más que me esfuerce, no puedo recordarles nunca junto a un imbécil.
Conocer a Marga Alonso, la anfitriona de ese momento, de ese rato tan intenso como inolvidable, ha sido una de esas maravillosas carambolas que tiene la vida. Dicho sea en justicia que yo he pasado afortunadamente por muchas de esas carambolas, por muchas de esas sorprendentes vueltas que da la vida… eso de acabar diciendo: pero si yo estaba allí, ¿cómo he acabado aquí?, situaciones que te parecen una especie de humildes pero grandes milagros, que tanto te sostienen para creerte muchos días que hay más allá de la pared.
Dar cuenta de las razones de mi entusiasmo con Marga Alonso y sus secuaces, puede ser un esfuerzo tan inútil como aburrido su resultado. También en la vida, como en el Rocío (que es la Gloria), hay cosas que no se pueden contar. Lo único que acierto a decir es que yo allí, a casa de Marga, vuelvo. Seguro que si es por mí no es la última vez que he estado. Siempre regreso al olor del arte como si rastreara con un olfato que alcanza a leguas de camino el sitio exacto donde alimentarme. Siempre dejo el enclave de la gente que tiene sensibilidad tirando, como en los cuentos, migas de pan para saber volver…
Y volveré, Marga Alonso de Alonso Vicedo. Volveré porque después de pronunciar tu apellido tantos años desde la admiración y el respeto a la figura de tu padre, después de escucharlo toda una vida como una de las leyendas, de los hitos de la radio, después de atravesar miles de veces su pasaje junto a La Campana, incluso recalando en los veladores de una antigua cafetería, ahora, junto a tu nombre, voy a decir ese apellido escrito en el haz de amores eternos de Sevilla, para nombrar la palabra sagrada que es amiga. Volveré, Marga. Si tú quieres, volveré.
(*) José Mª Fuertes es cantautor y abogado.
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