Amor de abuelos
Por José Joaquín Gallardo
Celebramos este 26 de julio la festividad de San Joaquín y Santa Ana, venerados por ser padres de la Virgen María y abuelos de Jesús y a los que se tiene tradicionalmente como santos patronos de los abuelos. Con el paso de los años la sabiduría de la vida nos hace valorar aún más la labor de todos los abuelos: los nuestros, los de nuestros hijos y nosotros. Tres generaciones directa e íntimamente vinculadas en la historia personal de cada uno.
Si rememoramos los nietos que fuimos sentimos que ellos nos dieron un amor sin límites y numerosos testimonios de sabiduría, mientras pedían a Dios que nos guardara en los avatares de la vida. Como hijos hemos sido testigos del mismo nexo de amor entre nuestros padres y nuestros descendientes. Amor en una indescriptible complicidad intergeneracional, basada en la sabiduría de los mayores y la curiosidad infantil y juvenil. Los abuelos irradiamos una impresionante autoridad moral, quizás porque los nietos saben valoran esa mezcolanza de experiencias y vivencias lograda durante toda una vida.
Obligado es recordar en esta festividad a los abuelos que nuestros hijos perdieron y que con su denodado trabajo pusieron los cimientos de esta España del bienestar, los valores democráticos y las libertades. Antes de que se produjese la transición española ellos ya se habían reconciliado orillando el odio de una guerra civil que muchos sufrieron, no mirando jamás hacia atrás y apostando siempre por un futuro de concordia en libertad. Conviene recordar esa sabia lección de convivencia en paz que ojalá sepamos transmitir con la misma clarividencia, libertad de pensamiento y limpieza de espíritu que ellos tuvieron.
Quienes ahora disfrutamos siendo abuelos comprobamos que los nietos son nuestra alegria y nosotros sus referentes. Nunca nadie nos observó con mayor capacidad de captación. A sus ojos somos expertos en todo y acabamos comprendiendo que la vida nos ha enseñado muchas más cosas de las que creíamos. Las historias de los abuelos no se olvidan jamás. Nuestra historia colectiva contada por los ascendientes siempre acaba prevaleciendo sobre las versiones maliciosamente manipuladas que cuentan otros. De ahí la importancia de que conozcan por testimonios directos la historia que nuestros padres vivieron y la que nosotros mismos protagonizamos.
Mención especial merecen quienes han de ocuparse de la crianza, educación, sustento o tutela de sus nietos a causa de muerte o enfermedad de los padres, incapacidad para cuidarlos, miseria o exclusión, drogadicción, privaciones de libertad o alguna otra de esas nefastas situaciones que a veces depara la vida. Siempre he admirado a esos abuelos heroicos a quienes la vida, los jueces o asuntos sociales confían la guarda de los nietos, porque incuestionablemente ellos son lo mejor para los menores. Reconocimiento también para quienes sufren por las enfermedades y problemas que padecen sus nietos. Dolor de padres de los padres, redoble de pena que a veces hiela el alma.
La recompensa está siempre en ese amor limpio, puro e inconmensurable recibido de las nietas y nietos que nos brindan momentos inolvidables de complicidad, conversaciones y juegos. Ellos aprenden de la vida y nosotros renovamos la convicción de que no podemos renunciar a la bondad. A todos nos ha conmovido pensar alguna vez en el llanto de los nietos el día de nuestra partida, cuando muchos procuraremos enjugar sus lagrimas enviándoles raudales de fe y esperanza desde la dimensión de la Vida definitiva en la que creemos. Por fortuna también se hereda la fe de nuestros mayores.
Enorme santidad la de quienes amaron al mismísimo Jesucristo como sólo los abuelos sabemos hacerlo. Amor de abuelos atesorado a lo largo de toda una vida, que se extiende a todos los niños y jóvenes que encarnan el futuro. Que los bondadosos San Joaquín y Santa Ana intercedan por el mundo que nuestros nietos habrán de habitar, para que en él exista más justicia, menos desigualdades, mayores cotas de verdadera libertad y menores situaciones de exclusión. Implorado queda todo ello con autentico amor de abuelos.
José Joaquín Gallardo es Abogado
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