Marcha por la Libertad del Pueblo Saharaui. Etapa 4. Jerez- Trebujena 23 de mayo.
Juan Rincón.
Jerez nos regaló una mañana de frescos aires de ponientes, de cúmulos que amenazaban chubascos. Nada que nos alegrara más el día que recién nacía En la puerta del materno infantil del Hospital Universitario pensé en qué mejor regalo para los y las saharauis instalados en el Chicle que compartir con ellos nuestro sistema sanitario público. ¡Cuantas vidas exiliadas se habrán salvado gracias a ella! Defender la igualdad es también defender la sanidad pública, Es un deber.
Quizás despertamos con nuestros gritos de salida a alguna madre que esperaba su turno o que acababa de parir. Lo sentimos por ella y su descanso, pero que mejor nada mas valioso para las criaturas recién llegadas que el arrullo de la solidaridad. El mundo, criaturas recién llegadas, es un lugar difícil pero la solidaridad lo hace más habitable, no lo olvidéis, Os será muy útil.
Nuestro pelotón de personas amigas de los pueblos olvidados se comía la carretera. Rabia prisa por vencer al sol que peleaba contras las nubes de la lluvia que no llegó. Su lecha nos dio una tregua de temperatura que nos hizo avanzar mas de los previsto, Por el camino se acercaban mas y mas amigas y amigos hasta doblar el numero de la columna. También recibimos el apoyo de muchos conductores.
Avanzamos entre viñas y girasoles subiendo y bajando con la columna estirándose y encogiéndose, parando poco y sonriendo para animar a las personas que se quedaban rezagadas. El valor de los pasos no es igual para todas y lo importante es ponerse a caminar.
Pasamos Mesas de Asta y casi no nos dimos cuenta de que allá al fondo se empezaban a ver los blancos de las fachadas de Trebujena. Parte de la corporación vino a recibirnos ya a caminar con nosotras y nosotros. Hay quien camina y quién se esconde, Ellos y ellas daban la cara y ponían los pies. Y eso que la mayoría de los que llegábamos no podía votarlos como representantes, ¡Cuanto que aprender, por la vida!
En Trebujena de nuevo el recibimiento agradecido de la comunidad saharui y los discursos. Me tocó saludar en nombre de las y los caminantes. Recordé a quiénes no caminan hoy porque están en la guerra mas infame y a quienes dicen caminar con nosotros pero traicionan su palabras con sus hechos arteros.
La tarde, una vez que se fueron los que solo vinieron a caminar un día y se recogieron los vecinos, fue para los amigos. F, JA y A nos alegraron con sus regalos y su presencia, Hablamos de mostos, de memoria y de historia. Bebimos y brindamos. Gracias. La magia de la bodega de Juanillo Raposo fue la última estación. Mis amigos caminantes R y X, de los que prometo hablar otro día, duermen hoy con las piernas más doloridas pero con una sonrisa más grande que todos los desiertos del mundo
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