Tamara canciones con alma, canciones que salvan
Estoy con Tamara en el estudio de grabación. Bien llaman a aquello la pecera, sobre todo cuando se trata de artistas con branquias, de doble respiración y hasta de muchas respiraciones, tantas como canciones con alma le ha compuesto José Abraham. Canciones con alma son canciones que salvan.
La miro desde el otro lado, junto a la mesa de control, y me acuerdo de aquella tarde de hace unos quince años cuando, viendo discos en El Corte Inglés, sonó una voz nueva para una canción antigua de Algueró… “Gracias, por haberte conocido”, que yo había escuchado antes por don Antonio Machín:
-¿Quién canta?, me pregunté asombrado, bastándome el mínimo fraseo del principio para darme cuenta de que aquello no era normal. Y acabé con el disco en casa.
Ahora la escucho en directo junto a su ingeniero de sonido. Tengo una vida llena de mágicas carambolas como para mirarme hacia atrás y poder asumir que desde lugares pasados termino siempre en los opuestos que nunca hubiera imaginado. Me siento venido desde aquella tarde en El Corte Inglés hasta este estudio donde Tamara ultima su disco, el que va a salir el próximo 30 de octubre. Me siento privilegiado, como el que participa en estos momentos de una complicidad secreta que luego va a conocer gran parte del mundo, España por supuesto, pero también el continente americano, con países tan importantes como México, donde Tamara abarrota estadios.
Me han invitado al disparadero de salida de montones de sueños e ilusiones. Me siento como si su equipo y hasta ella misma, con su saludo y simpatía al verme, su acogida sonriendo, me hubieran contado para el reparto de un pasaje donde sólo embarcan unos cuantos elegidos. Y me recreo mirando a Tamara, en persona, ante el micrófono y con los auriculares por los que le llega el acompañamiento orquestal. Es maravillosa, única en la época musical llena de iguales, sin clonar en este periodo artístico plagado de clonaciones, absolutamente original en la era de las imitaciones y las copias. Y tiene luz, tiene tanta luz como resignación las cámaras televisivas que la están rodando a sabiendas de sus limitaciones ante un astro como Tamara, del que se conforman con no poder llevarse su halo completo.
He visto cientos de cantantes como faquires, que se tumban sobre los clavos, pero no sangran. Tamara sí. Le duelen los versos como si los hubiera escrito ella misma, le tiembla el amor cuando lo tiene entre sus manos, o si hace falta, cuando las canciones lo requieren, se quita de golpe su vida feliz de casada y madre, tan joven, de cuatro hijos, con tal de contar las historias de mujeres que no han corrido tanta suerte.
En unos días, el viernes 30 de octubre, aparecerá su nuevo disco, “Lo que calla el alma”. Será cuando Tamara se convierta prodigiosamente en la hermosa voz que, con ella, desea tener el silencio.
Pepe Fuertes
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