El fin de los quioscos de prensa
Dicen los expertos que la prensa tradicional, la de papel, tiene los días contados. Razón les dan al menos los quioscos reciclándose. Se abren a más posibilidades de las que tuvieron hasta ahora. Los periódicos y las revistas se les mueren de aburrimiento en las estanterías. La supervivencia está ya en vender agua, recargar móviles, servir refrescos y hasta hacer fotocopias. Se resisten a desaparecer como los 27.000 que ya han caído desde que empezó la crisis. Eso es casi la mitad de los que había.
Hemos cambiado bajar a la calle por encender el ordenador. No hay ni que vestirse. Lo hacemos en pijama. Y desde el quiosco lánguido de ventas parece salir una mecha cuyo cabo final alcanza hasta las redacciones. Más tarde o más temprano, la pólvora hará saltar por los aires miles de puestos de trabajo. Por saltar, han saltado hasta los conejitos de Play Boy, cuya revista ha visto reducir sus ejemplares desde cerca de 6.000.000 millones en 1975 a 800.000 en la actualidad. No dejan de ser aún muchos conejos, pero la madriguera tiene ya a la especie en extinción.
En otra cosa más, Internet provoca una nueva forma de ser y de vivir, en la que tocar se sustituye por ver. Uno conoció hasta el tiempo de los desvencijados quioscos de madera en verde, cuando salía El Caso o apareció el primer número de Teleprograma, con El Fugitivo en su portada, a un duro. Era el mundo del tacto y los olores, como si las yemas de los dedos sintieran por braille la emoción de comprar los cromos de los futbolistas o los astros de la pantalla, cuando desde tu casa hasta el puesto de periódicos te hacías el corto trecho de aquella ilusión por ver si había “salido” lo tuyo. Fue un clásico aquello de “a ver si ha salido…” el Lecturas, el Ama, La Actualidad Española o el Dígame… ¿Nostalgia? No. Es complacencia con la suerte de haber nacido justo donde he podido ver cuántas cosas ha sido la vida cabalgando entre dos siglos y dos milenios.
Mirado con egoísmo, si hoy, desde Sevilla, yo estuviera escribiendo en aquellos tiempos, ahora me estarían leyendo no más lejos del arranque del AVE en Santa Justa. Pero gracias a Internet no hay límites a priori, habiendo llegado a recibir mensajes de lectores desde Siria o New York.
Esta mañana conozco la noticia de que 20 minutos.es ha sido galardonada por la Fundación España Digital con el Premio España Digital de Periodismo 2015, “en reconocimiento a sus actividades de difusión de información y noticias de forma gratuita a través de Internet”. Un premio como este lleva todos los datos del futuro, algo así como cuando una pitonisa te echa las cartas.
Pepe Fuertes
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