Mis comidas con famosos: PHIL TRIM
EL ARTE ESTÁ SERVIDO
Que yo recuerde, la primera vez que comí con un famoso fue con Phil Trim. Phil era el solista del famoso grupo Pop Tops. Y, por tanto, Phil era la voz de color de Trinidad y Tobago que sonaba por todo el mundo con aquella canción que cruzaba el planeta de parte a parte: “Mamy blue”.
Separado ya de la banda, Phil Trim llegó a Sevilla para actuar en una de esas fiestas que organizaban los estudiantes de Arquitectura y que se denominaban Hornacina. Me lo presentó nuestro mánager en común, José Luis Ramos.
Asistí a su concierto y le invité a almorzar al día siguiente en el chalet familiar de Castilleja de la Cuesta, un pueblo a cinco kilómetros de Sevilla. El de las famosas tortas de aceite que hoy se pueden comprar ya hasta en New York.
¡La que se lió cuando Phil entró por las puertas! El cantante de los Pop Tops en casa. Nunca olvidaré el asombro de la tata pidiéndole autógrafos para todos sus parientes en Sanlúcar la Mayor. Phil hasta en la cocina.
No vino solo. También invité a otro ex Pop Tops, Alfonso Arteseros, el que andando el tiempo presentaría unos programas televisivos preciosos sobre recuerdos de este país, “España en la memoria”, y su apéndice “Sevilla en la memoria”.
Y estuvo asimismo su pianista, Rafael Rabay, que llegaría a convertirse en el director de la orquesta y coros de Raphael, enfrentando incluso la responsabilidad de la celebración de los 25 años ante más de cien mil personas en el Santiago Bernabéu. Rabay venía acompañado de Águeda, su novia entonces, que se convertiría en su mujer. Yo llegaría a estar invitado a su boda. Con Rabay empezó en aquel almuerzo una fuerte amistad que dura hasta estos días, una amistad que ya tendrá las páginas enteras que merece. Un gran tipo Rabay.
En aquel almuerzo se sirvió, entre otras cosas, una ensaladilla rusa que Phil llegó a repetir. De chuparse los dedos, con lo difícil que es hacer bien una ensaladilla. Es uno de esos platos que te examinan con más exigencia que uno de esos chefs televisivos tan de moda ahora.
Pero el mejor sabor que yo empezaba a probar era el de los artistas de cerca, conmigo, sin la barrera de la pequeña pantalla por la que hasta entonces los había visto. La música me estaba volviendo loco. Quería ingresar cuanto antes y para siempre en aquel manicomio donde me aguardaría una gente absolutamente distinta, de otra madera, tocada por la vara mágica del ingenio y el talento. ¿Qué hacía yo sin ser normal entre normales? Esa era mi gente, mi auténtica camada, majaras como yo que se habían librado gracias a su genio de aquello que estaba previsto para mí: convertirme en “un hombre de provecho”. Pero de provecho fue aquella comida inolvidable, en mi propia casa, junto a Phil Trim, en persona el negro de Pop Tops que cantaba el “Mamy blue”. ¡Qué fuerte!
Pepe Fuertes
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