LO QUE BUSCAMOS EN EL OTRO
¿Qué cualidades buscamos en nuestra pareja?
Escribir para periódicos me ha convertido en un atento vigía de lo que hace y dice la gente, porque alguien que como yo se permite el lujo de dar su opinión públicamente, lo menos que puede hacer es sentir la necesidad -y hasta la obligación- de informarse y escuchar; más aún cuando se es muy consciente de que la verdad entera está repartida entre todos.
Cada vez que en una encuesta se pregunta a la gente cómo espera que sea su pareja ideal, una respuesta entre otras parece ser mayoritaria e invariable: que sea sincera. Y creo que se pide sinceridad precisamente porque abunda poco, porque se ha convertido en un bien escaso, una rareza bien difícil de encontrar, porque todos, de un modo u otro, hemos experimentado que nos mienten, y que nos mienten mucho. Y el mundo ha terminado poblándose de embusteros que han sembrado la desconfianza por todas partes.
Nadie se fía de nadie. Y eso ha generado un ambiente de miedo mutuo entre unos y otros, de recelo y temor colectivo pensando que los demás no acabarán siendo como se muestran al principio. Hemos llegado a estar hartos de que las apariencias engañen y vivimos con las orejas levantadas presintiendo que el lobo llega disfrazado de cordero. A tal punto alcanzan las cotas de la incredulidad, que hasta lo más verdadero puede parecer ya lo más falso, porque lo mejor levanta sospechas y aquello que es verdaderamente original se toma por imitación. La veracidad se pone en duda, como si su existencia ya no entrara en nuestras cabezas. La estafa constante entre lo que nos ofrecen y lo que finalmente tenemos va dejando a un lado y a otro campos de rendidos y defraudados que, en principio, no quieren volver a plantearse otra oportunidad y sólo buscan descansar y recuperarse anímicamente de las lesiones de otra decepción. Al final la vida ha terminado pareciendo un gigantesco carnaval donde nos saludamos con máscaras.
¿Pinto un mundo pésimo propio de un pesimista? No. Pinto el que me están contando y hasta veo, y lo escribe el menos pesimista del mundo, si quieren el más reciclado del mundo, el más incombustible si lo prefieren, y un ave fénix por naturaleza.
Desde luego los seres humanos nos hemos mentido desde siempre, no acabamos de inventarlo. Por eso la Humanidad ha perseguido inmemorialmente a la sinceridad como a uno de sus más deseados patrimonios, pero no acaba de hacerlo enteramente suyo. Y ahora mismo, justo en esta época, la pirámide social está construida -más de lo que quisiéramos- con embaucadores, desde el vértice de los políticos hasta la base común de la gente. Una edificación así amenaza, más tarde o más temprano, con desplomarse desde lo más general a lo más particular.
Si no cambiamos, si no nos recuperamos entre todos de tanta desconfianza, las enormes piedras nos caerán encima y acabarán por aplastarnos, fulminando un mundo incapaz de atreverse a creer los unos en los otros. Y respecto al caso concreto de una pareja no es que se derrumbe todo sin la sinceridad entre ambos; es que ni siquiera puede edificarse nada importante faltando uno de sus grandes cimientos.
José María Fuertes
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