ME VOY
Llevo días haciendo las maletas. Me voy para un largo viaje de besos y estremecimientos. Una larga estancia de madrugada con ella.
Llevo años planeando este viaje, soñando sus detalles, imaginando sus lugares. Llevo toda la vida queriendo recorrerla a ella, estudiar su espalda, como el que memoriza una pintura, y reposar mis manos donde termina.
Quiero dejarla probar y probarla. Si es sano para su cuerpo, es sano para su mente. No quiero tener prejuicios con ella. Quiero penetrar la red que tiene por piel, tejida de carne y espíritu. Quiero comerme su alma y adorar su cuerpo.
Quiero que me piense, que me imagine y que pueda sentir el peso de mi cuerpo sobre su espalda, sujetándole las manos por encima de su cabeza, mientras busque con ansias su boca, su cuello y sus hombros.
Alojaré mis manos entre las sábanas y su cuerpo e intentaré adivinar sus formas. Y atravesaré la mitad de su cuerpo con la única música de sus gemidos. Quiero amarla desde dentro hacia afuera. Y derramar mi instinto sobre las rosas que nunca estuvieron.
Quiero subirla poco a poco a la cima, hasta esa cumbre que llega a desconcertar al principio, porque nunca estuvimos en ella, jamás pusimos nuestros pies sobre tanta altura… de ahí un cierto mareo y hasta algo de ahogo justo donde el aire es más limpio.
Allí la dejaré todos los días respirando sola, desde arriba, desde donde la subo y luego sólo la observo, porque sé que me está pidiendo que la mire, que no deje de mirarla. Y que la mire libre como ser humano, como persona, como mujer, sensual, hembra y hermosa.
Y que la mire sin perderme yo de vista. Que la mire sin perder yo mi norte. No perderé nunca mi norte porque ella necesita un hombre entero, no una mitad suya. Ya tuvo una mitad y le sobró. Ella misma es entera, por eso no voy a darle parte de mí. Me quiere entero, sin depender de ella, porque no busca mi dependencia, sino mi identidad.
Me voy. Creo que no me falta nada. Creo que lo llevo todo. Esta vez lo llevo todo.
José María Fuertes
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