El adiós del padre Matías nos lega un poso de fe
«Las ganas no se tienen….se hacen», hubiera dicho el «Petardo» de Matías.
Le conocí en Lebrija con 17 años y el tenía los 39…y estos 25 años han sido una lluvia constante de bendiciones de Dios.
…ante su marcha, «no tengo ganas de más»…y aquí estoy haciendo ganas y rehaciendo las ganas…aunque estén bañadas por lágrimas que no dejan de brotar…
El Señor nos cruzó en el camino, por pura gracia.
Aquella chiquilla que buscaba su lugar y vocación en el mundo, se encontró con el hermoso milagro de la amistad profunda, inefable y entrañable de un fraile.
Con Matías aprendí cómo se goza y se sufre con el otro, cómo la amistad, no es cuestión de años, sino de corazón.
En mi proceso de discernimiento vocacional, siempre entró de puntillas, sin violentar, y en más de una ocasión ya me hubiera gustado que lo hubiera hecho. Pero ahí estaba no sólo el respeto a la libertad, sino la finura de saber que la tierra que pisaba era sagrada, era de Dios.
Llevo 18 años siendo Hija de la Caridad, enriqueciendo mi vocación y mi vida con su vida y su amistad…las más grandes emociones han sido los esporádicos encuentros físicos «de un café» ¡
¡Dios mío ha sido tanto el gozo del encuentro!!
Apenas hacían faltan las palabras, sólo el acogernos, como quien recibe » la visita de Dios»…porque el verlo, dejaba ese sabor, sabor a Dios.Compartiendo las circunstancias de la vida consagrada y comunitaria, no cabía sino Dios en medio de las dificultades.
Jamás le oír decir una queja o un lamento hacía su fraternidad…»el termómetro de 1ª Corintios 13″, podría parecer tener «hipotermia», pero nunca lo suficiente como para merecer crítica alguna.
Si los que se acercaban sedientos de escucha a su servicio pastoral, se sentían saciados y reconocidos en su debilidad, sus luchas y avatares,…su secreto estaba en la escucha interior
de la Palabra.
Hombre de fe sólida y fundamentada en la Palabra.
Ávido de Dios y de su escucha, por eso llegaba a gastar literalmente hasta dos bíblias cada año,
…por eso «leía» el Evangelio en la Eucaristía, no de memoria sino de tener cada palabra grabada, meditada y orada en el corazón …y en su vida. …quizás éste es tu legado.
En éste año de la Fe, tú ya participas en la certeza del encuentro con Dios.
Te debo un café «Petardo», mientras tanto, como ha sido cada día desde que te conocí, seguirás estando muy presente en cada Eucaristía.
¡¡Dios sea bendito en medio del desgarro que me produce tu marcha, no es más que aprender amar otra dimensión del amor hecho amistad!!
¡¡La gran maravilla y consuelo, de todo esto , es que por Jesucristo, el Amor traspasa las fronteras de la muerte.!!
te quiero amigo
(*) Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl.
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