Esa sangre veloz de los artistas. «Los brindis del Baratillo»
Desde la Madrugada del 2000 las medidas de seguridad se vienen tomando en ese punto justo que nos tranquiliza y, a la vez, nos crea dificultades para seguir los itinerarios de las cofradías, convertidos en continuos vallados que aíslan las zonas más céntricas por si necesitaran una inmediata evacuación. Hay mucha gente; yo entre ella, por supuesto. Con todo, la Semana Santa sigue dejando resquicios para contemplarla desde una ensoñación que nadie podría invadir, en un lugar del alma donde aún se puede rezar sin apreturas y cobijado en un escondite ilocalizable de la emoción de cada uno. Todos los años la sueño en sus vísperas de la mejor manera posible: limpia de papeles que tiraron, intacta de empujones, liberada de torpes que no saben moverse en las bullas, sorda de aplausos inoportunos, muda de idiotas que no se callan cuando hay que callarse, vacía de quienes no guardan la compostura, y desprovista de la arquitectura inculta que no la acaricia. O la última estúpida adquisición: el silbador de marchas mientras las tocan.
¿Quién sabe si eso que llamamos la Semana Santa de Sevilla, tal como vive y palpita en lo más profundo de nuestro corazón, nunca existió? ¿Nunca? En el Baratillo todo fue verdad…
Otra vez la infancia curtiendo a un hombre.
Mi padre había vivido en la casa que, mirando hacia la Capilla, queda pegada a su derecha, muro con muro. De allí salió para casarse y cuando yo nací fue la casa de mis abuelos. Aún sigue en pie (y creo que ahora de la Hermandad) una planta larga que llegaba a alcanzar por detrás de la calle Adriano la vista de los corrales de La Maestranza, donde los toros pastaban. Todos los Miércoles Santo acudíamos a ver desde los balcones, casi pegados a la puerta, la salida de la Cofradía. Y siendo tan niño me sobrecogía ver desde arriba cómo por el dintel iban asomándose poco a poco las piernas muertas del Cristo de las Misericordias. Era lo primero que podía contemplar de aquel paso, hasta que por último, y ante la Cruz con escaleras y las sábanas al viento, advertía la aparición de la Piedad. Desde entonces…
¡QUÉ ME GUSTA EL BARATILLO!
PARECE QUE LO ESTOY VIENDO
DESDE NIÑO EN UN BALCÓN
DE CASA DE MIS ABUELOS.
SI PARECE QUE FUE AYER…
QUE NO PASÓ NUNCA EL TIEMPO
Y CADA MIÉRCOLES SANTO
OTRA VEZ AL BALCÓN VUELVO.
QUÉ ME GUSTA EL BARATILLO
QUE AL SALIR VA PARECIENDO
VER HACER UN PASEÍLLO
CON TRAMOS DE NAZARENOS.
CELADORES ALGUACILES,
MONOSABIOS COSTALEROS,
CONTRAGUÍAS SIEMPRE AL QUITE
DEL PASO DEL CRISTO MUERTO.
Y HAY UN BRINDIS DE ORO Y CERA
PARA SEVILLA EN SU CIELO
LEVANTANDO UNA MONTERA
DE PENA Y DE DESCONSUELO.
BARATILLO DE ALAMARES,
DE LUCES TE VAS VISTIENDO
Y, MÁS QUE SUELO, LA CALLE
PARECE AMARILLO ALBERO.
Y SE ESTREMECE LA TARDE
COMO EN UN PASE DE PECHO
DEL DOLOR HASTA A LA MUERTE
DE MI CRISTO SOBRE EL LIENZO.
BARATILLO DE CORNETAS
BARATILLO DE SILENCIO
DEL BRIGADA RAFAEL
Y DE FLORENCIO QUINTERO.
BARATILLO GENUINO
DE TUS VIEJOS NAZARENOS
ANTES DE VESTIR DE AZUL,
CUANDO SACABA UN MISTERIO.
AUTÉNTICO BARATILLO
DEL ARENAL QUE MÁS QUIERO
DONDE JACINTO ILUSIÓN
SOÑARA SU MEJOR SUEÑO
DE HACER UNA CABALGATA
DE PURPURINA Y DE INGENIO
Y ASÍ FUE COMO AL PRINCIPIO
DE AQUÍ LOS MAGOS SALIERON.
Y “NOCHES DEL BARATILLO”
DE SOLERA EN TANTOS VERSOS
Y TERTULIAS DE ALTAS HORAS
DE MADRUGADAS QUE FUERON.
BARATILLO DE TU GENTE
BARRIO DE SABOR AÑEJO
QUE ESTÁ EN LOS OLEOS DE RIZO
Y EN TRIFÓN ANTIGUO Y NUEVO.
Y EN JUANA LA DEL POSTIGO
Y PEPE HILLO EL TORERO
Y EN SEVILLANAS DEL PALI
Y EN LAS SAETAS DE PEDRO.
BARATILLO DE DON OTTO
Y DE FERNANDO MORENO
Y EL DE VICENTE RIBELLES
Y EL DE QUINO Y DE ROGELIO.
ESE DE AMPARO CASTILLA
Y EL QUE ME CUENTA ROBERTO
Y CARMEN Y ANTONIO PARDO…
TANTOS AMIGOS QUE TENGO.
CADA AÑO EL BARATILLO
ME VA DEJANDO RECUERDOS;
PERO EL MÁS GRANDE YA ESTÁ
GRABADO EN MÍ COMO A FUEGO.
ES UN BALCÓN DE ADRIANO
JUNTO A LA PUERTA DEL TEMPLO:
CAPILLA DEL BARATILLO
YA SE ASOMAN LOS PIES MUERTOS.
MI VIRGEN DE LA PIEDAD
SIEMPRE LLORANDO UN PUCHERO,
TENGO CONTIGO UN ROMANCE
DE AMORES BARATILLEROS.
POR LA CALLE DE LA MAR
O EN LOS TIEMPOS DEL AERO
POR LA CASA LA MONEA
Y POR PASTOR Y LANDERO.
YO TE SIGO A TODAS PARTES
POR DONDE PASAS, TE ESPERO,
NO HAGO OTRA COSA EN LA TARDE
NI TAMPOCO A TU REGRESO.
MI VIRGEN DESCONSOLADA
EN SU TOTAL DESCONCIERTO
CON TANTO LUTO DE PRONTO
CON TANTA MUERTE EN SU SENO.
ACABABA DE LLEGAR
DE VER A TUS NAZARENOS
REZAR EN LA CAPILLITA
DONDE REZAN LOS TOREROS.
EN LA MISMA MAESTRANZA
AL LADO MISMO DEL RUEDO
LOS SORPRENDÍ CONFESANDO
Y COMULGARON POR CIENTOS…
… Y DESPUÉS, TÚ, CARIDAD:
MECIDA COMO UN SOSIEGO
A COMPÁS DE PASODOBLE
COMO SE SUEÑA EL TOREO.
DURMIÉNDOSE LAS MUÑECAS
TEMPLÁNDOSE LOS COSTEROS
PARÁNDOSE LOS RELOJES
-VÁMONOS DE FRENTE, ¡BUENO!
¡QUÉ ARTE DE BARATILLO!
¡VAYA FAENA QUE HAS HECHO!
ENTRE PIEDAD Y CARIDAD
Y EN MEDIO MI CRISTO MUERTO.
NO TE LO PIERDAS, ¡PAPÁ!
QUE SE ASOMEN LOS ABUELOS,
QUE PARECE INAMOVIBLE
EL MIÉRCOLES SANTO ETERNO.
QUE YO SIGO EN EL BALCÓN
PEGADO JUSTITO AL TEMPLO
MIENTRAS SALE EL BARATILLO
SIEMPRE DE AZUL Y TORERO.
José María Fuertes(*)Es cantautor y abogado
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