Che: Toda una vida (*)
Francisco Espinosa Díaz. Uno de esos personajes que encarna la Chipiona de siempre. Ha vivido la dictadura de Primo, la II República, el régimen de Franco y esta democracia que, aún hoy, no sabemos cuánto va a durar.
Lleno de vivencias, es de esa generación de la cual ya van quedando pocos. Es preciso por tanto recoger su testimonio para que así quede en la historia.
Chipiona Informativo quiso estar presente en ese retiro que es su casa y disfrutar de sus anécdotas.
Che: Comencé a trabajar con 12 años, con esa edad me echó mi padre a Sevilla y tuve que compaginar el aprendizaje de la pintura con el trabajo para poder subsistir. Ingresé en el Museo de Bellas Artes y estuve dos años en Dibujo Artístico, luego uno en Natural. Recuerdo que mi primer profesor era D. Andrés Cánovas del Castillo.
Iba al Museo de noche, pues por el día trabajaba de pintor de brocha gorda. En esa época ganaba 2,50 y tenía que pagar la pensión y comida. También experimenté la cerámica pues necesitaba dinero para comer. Estuve así más o menos desde 1918 a 1930, año arriba año abajo.
Chipiona Informativo: Usted conoció la dictadura de Primo, la II República y la democracia…
Che: Sí, estuve procesado, fui interventor en las elecciones de la II República y me procesaron durante cinco años. Luego con Franco, aquí se puso una situación muy difícil. El que no era afecto al régimen iba al pelotón. Como había sido interventor, tenía mucho miedo y veía que cada noche desaparecía alguien. En ese momento me mandó a llamar mi hermano a Sevilla y me escapé de la quema.
Luego, cosas del destino, ingresé en la Comunión Tradicionalista que formó una banda de música.
Chip. Inf.: ¿Estaba entonces ya casado?
Che: Sí, me casé muy joven. Recuerdo que una noche entramos en el cuartel de Requetés, que era el Hotel Inglaterra en la Plaza Nueva, y ya no nos dejaron salir. Esa misma noche nos metieron en la guerra.
Ch. I.. En aquellos días, antes de irse a Sevilla, ¿qué amigos suyos cayeron?
Che: Amigos no, pero conocidos sí. Que yo recuerde cayó Ricardo el de la Tejeringa, Manolo Bolaños, Enrique Espinosa (mi tío)….
Ch. I.: Y por supuesto recordará quiénes fueron los culpables.
Che. Sí, los nombres están en la mente de todos…
Ch. I. : Dicen que luego murieron de mala manera.
Che: Si, hay casos muy preclaros y que todos conocemos.
Ch. I.: Usted en principio era republicano o, no tenía ideas claras en política?
Che: Nunca he tenido ideas de nada, las mismas que tengo hoy. No soy de ningún partido. Soy del que ande derecho y defienda al trabajador.
Ch. I..¿Cómo estaba el carnaval en Chipiona por los años veinte?
Che: En esa época habíamos ocho o diez que nos dedicábamos a ese asunto. Era mejor carnaval que este, disfrutábamos más. El que mejor sacaba las coplas era el poeta Miranda de Sardi. Se vestían las gentes con máscaras, hasta que una vez un Serranillo mató a un Porrita y ya no pudimos taparnos más la cara.
La conversación discurre agradablemente con este hombre al que ya el paso del tiempo hace le falle la memoria. Pero no falta que nos cuente algunas de sus anécdotas…
Che: Una vez cogí un camión y me llevé “palante” la esquina del Cuartel de la Guardia Civil. Era recién casado. Estábamos pintando donde hoy está la biblioteca y allí había un bodegón donde Naterro metía el camión. Teníamos la ilusión de ir a Sanlúcar el día de la Caridad y, aprovechando que teníamos el camión a la mano lo pusimos en marcha. Venía conmigo Agustín el Farol (padre del Pinchito). Arrasábamos por donde quiera que íbamos, cogimos la calle de Correos y allí había un esportón de higos y los esparruchamos todos. Seguimos adelante y al llegar al Cuartel (esquina hotel Cruz del Mar) torcimos y tropezamos con la pared. Por poco matamos a la mujer del brigada que vivía allí.
En otra ocasión me vestí de fantasma. Decían que mi tío, José León Espinosa, estaba rondando a la Evarista y pensé en asustarlo. Fabriqué una faca de madera y le puse una chapa plateada y cogí una pistola vieja que me encontré. Llamé al Niño de la Gregoria y fuimos a asustar esa noche a José León. Nos metimos en ese rincón que hay en el Castillo al lado de la bodega de Toríces y nos pusimos a esperarlo. Pero en cambio aparece Pedro el Tonto y un Query. El tal Query salió corriendo y se quedó Pedro solo diciendo ah, ah, ah. Al otro día le pregunté a Pedro: ¿qué te pasó? Y me contestó: si me tienta me muero.
Se corren las voces de que había fantasmas con una pistola. Así que al otro día cogieron al Niño de la Gregoria y vino a por mí la autoridad. Se coló el Porteño (un guardia que había con un bastón muy grande) y Paco Alcocer y estuve un día en la cárcel.
Seguimos hablando con Che y nos cuenta cómo su padre fue a comprar tabaco y no volvió en muchos años.
Mi padre estaba comiendo; él ya tendría pensado lo que iba a hacer, pero como tenía una sangre tan gorda dijo que iba a por tabaco. Volvió a los nueve años y lo “bautizaron” como Che ya que siempre tenía esa expresión en la boca.
Ch. I: ¿Sabe algo de las andanzas de su padre en Argentina?
Che: No, nunca me quise enterar. Oí decir que tenía un hijo allí.
Ch. I.: Después de la guerra se hizo aquí muy famoso un grupo llamado Los Mismos.
Che: Sí, éramos Peña., Renacue, Sampalo, Pepe García, Pianillo y yo. Teníamos un coro muy bueno y disfrutábamos mucho. Nosotros después de la guerra continuamos con el carnaval, pues no dejamos de hacer fiestas y formar comparsas. Ese grupo continuamos y teníamos muchas coplillas antiguas como la de “Juan el desgraciao”.
En otro momento de la conversación Che nos cuenta cuando se disfrazó de muchachita.
Un día iba yo con un abanico vestido de mujer por la esquina de Solís, por aquel entonces estaba muy blanco y parecía una muchachita. Pasé por el lado de una que le decían María “Polarma”, que estaba junta con el Narajero y le dije:
-Adiós María Polarma”
-Adiós hijo de la gran p… la madre que lo parió, ¿Quién habrá sido?
Seguí y no me conoció. Luego llego a El Colmado, lo de Julio Ceballos, que era el casino de los señoritos de entonces. Todos los que estaban allí, entre ellos mi tío Enrique que era muy putañero, en cuanto me vieron creyeron que era una mujer. Allí empezó todo. Me invitaron a unas copas y mientras, pum, pum, pum, me sentía los pellizcos por detrás. Hasta que me cogieron y me metieron en el retrete; allí me descubrí. Estaba allí mi tío Enrique, el padre de César, el padre de Eduardito Florido… y cuando me descubrió y me vio mi tío Enrique se fue para atrás muy achicado.
Nos contó muchas anécdotas Francisco Espinosa, Che. Han tenido que quedarse fuera por falta de espacio. Pero sí podemos decir que en él hay una fuente importante de información para saber de la historia de Chipiona y su anecdotario. Ahí nos quedó su querer opinar sobre los pintores de la localidad, el sentimiento de la poca ayuda que ha recibido la música y ese saber que los años no perdonan en vano. Gracias Che, porque en la sinceridad y en la honradez está tu gran virtud.
Juan Mellado/ Manolo Ávila
(*) Esta entrevista salió publicada en el periódico Chipiona Informativo correspondiente al mes de diciembre de 1986. El periódico era editado por el Taller de Prensa de la Casa de la Cultura. En principio esta publicación era idea dirigida por el concejal de Cultura Luis Mario Aparcero y en ella colaboraban bastante gente tan variopinta como Bartolo Carito, Ricardo Naval, Pepe Díaz, Ana Ibiza, Julio Ceballos, CANS, Jutica y una larga lista. Por avatares de la política que ahora no viene a cuento, en otra etapa se hizo cargo de la publicación mi buen amigo Manolo Ávila con el que seguí colaborando en una serie que hicimos a dúo de entrevistas
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