Entre 1740 y 1789 se pierden o naufragan en la zona de la Barra y Chipiona unos 118 barcos. Destacan los 18 hundidos en Salmedina, los 6 de la punta del Perro, 8 en las playas de Chipiona, 4 en Montijo.
La Barra de Sanlúcar, como es sabido, está formada por la acumulación de fango, lodos y demás partículas que son arrastradas por la corriente del río hasta esta zona. Dicha acumulación de lodos, junto al efecto de las mareas y de los vientos, hacía en la antigüedad un paso peligroso para los navíos que entraban o salían de Sevilla, llegando a dar cierto mérito a los distintos capitanes que lograban sortear dicha “Barra”.
El río tuvo a lo largo de la historia distintos nombres como: Tartessos, que según Estrabón “.. desembocaba en el lago Ligustino para de aquí desembocar en el Océano Atlántico a cuyo frente se encontraba la Torre de Cepión, construida sobre una roca rodeada por las olas, Salmedina, que servía de guía a los navegantes”. En la época romana se le llamo Beatis (Betis) y en la época musulmana se le denominó, como se conoce hoy en día, Guadalquivir, que significa río grande.
El río se convirtió en el medio de comunicación principal de todas las poblaciones ribereñas del interior, hasta llegar a Córdoba e incluso a Montoro, dependiendo del tipo y calado de la embarcación utilizada. Estrabón en su geografía hablaba de distancias tales como la que va desde la desembocadura hasta Hispalis (Sevilla), la cual era de 500 estadios ( 1Estadio = 185m.) y de 1.200 estadios hasta Córdoba.
El río toma verdadera importancia con el descubrimiento de América y la Carrera de Indias, donde Sevilla sería el centro de toda las expediciones, dado que en ella se instaló la “Casa de Contratación de la Carrera de Indias”. Cádiz pronto entró en disputa con Sevilla para adjudicarse la Casa de Contratación, cosa que finalmente consigue aludiendo múltiples razones, de las que sobresale la peligrosidad de la “Barra de Sanlúcar”. Ésta fue sorteada al principio por pilotos altamente cualificados, pero a medida que aumento el peso de los cargamentos y calados de las embarcaciones, aumentaron de igual forma los problemas, así como los embarrancamientos y naufragios.
Por entonces la Barra de Sanlúcar para sortearla con éxito, tanto a la entrada como a la salida, dependía principalmente del viento y de las mareas. En espera de estos condicionantes los barcos tenían que permanecer en la zona largos periodos de tiempos, llegando estos a ser a veces de varios meses. Durante este tiempo de espera, los barcos quedaban a merced de los temporales y piratas de la zona.
Según Canuto Carroza entre 1740 y 1789 se pierden o naufragan en la zona de la Barra y Chipiona unos 118 barcos. Destacando los 18 hundidos en Salmedina, los 6 de la punta del Perro, 8 en las playas de Chipiona, 4 en Montijo, 10 en la Barra, etc. De todos estos me atrae la curiosidad dos naufragios, un tanto peculiar por la zona en la que se producen, que parece que atiende a un desconocimiento de la zona o un despiste debido a la niebla en la zona. El primero de ellos se produce en las playa de las Tres Piedras, el 30 de marzo de 1769, un bergantín de 80 toneladas, ingles, con el nombre de “Adventure” cuyo capitán era Tomas Porkaman. El cargamento era sidra y vino de Burdeos procedente de Guernesey y con destino a Gibraltar. Los costes del naufragio se saldó con un ahogado y una perdida material valorada en 411.000 reales de vellón.
El segundo de ellos ocurrió el 7 de abril de 1785 en la piedra de la Chalupa, naufragó una tartana de nombre San José, capitaneada por Pedro Cantillana. El cargamento era madera, ladrillos, etc., procedente de Sevilla y con destino a Cádiz. Las perdidas aquí fueron numerosas en cuanto a vidas humanas con un saldo de 18 ahogados y 38.000 reales de vellón en material.
La Barra de Sanlúcar, hoy en día no es problema, si bien la marea y el lodo juega todavía un papel importante. De ahí la necesidad de utilizar las “Prácticos”, que son capitanes altamente cualificados y conocedores de la zona. También destacar la destreza y el arrojo de los marineros de pesca, los cuales son capaces de sortearla incluso con los ojos cerrados, pero la Barra es la Barra.
Fdo. Manuel Jurado Domínguez
Investigador de Historia Nº 500/97
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