EL Cronista Oficial De La Villa analiza el problema de las viviendas ilegales en Chipiona.-
Un estudio pormenorizado del Cronista Oficial de la Villa y presidente de la Asociación Cultural Caepionis, Juan Luis Naval Molero, analiza el problema de las viviendas ilegales desde el punto de vista histórico y social. Según el Cronista es a raíz de los primeros años de la década de los sesenta, cuando los jóvenes de Chipiona empiezan a plantearse el poseer una casa propia e independiente de sus padres. Hasta entonces estos jóvenes cuando se casaban o llegaba la hora de crear una familia vivían en las mismas casas de sus padres.
Por lo general eran casas de vecinos donde vivían cuatro, cinco o seis familias donde cada una de ellas tenía algunas habitaciones, y los servicios comunes como la cocina, el retrete, el patio, etc.,. Algunos que se lo podían permitir vivían de alquiler en una habitación, pero de la misma forma que cuando éstas eran de sus padres.
Las obras se realizaban con el beneplácito de las autoridades locales.
Con el “Boom turístico” de los años sesenta, el chipionero en general comienza a alquilar alguna de estas habitaciones que tenía a los veraneantes, y con la renta que le producía seguían ampliando y mejorando sus viviendas.
De esta manera, año tras año, unos le echaban un techo a un trozo del patio que tenían, otros un par de habitaciones en la azotea, con el fin de meter en ellas a su hijo o hija que se había casado. Al año siguiente se le hacía el cuarto de baño, al otro la cocina, etc, etc,.
Todo ello se realizaba con el beneplácito de las autoridades de entonces, que ante la situación de pobreza de la población, comprendían que una persona que había alcanzado con muchos sudores reunir una cantidad de dinero para hacer dos habitaciones o echar un techo o los cimientos en su casa, pedirle una dirección técnica y permisos de construcción etc., harían imposible que estos construyeran nada.
El consistorio nunca ideó un PGOU acorde a las necesidades de los vecinos.
El siguiente paso en la construcción fue el siguiente: Chipiona siempre fue agrícolamente un pueblo minifundista, es decir, casi todo el mundo poseía un pequeño trozo de campo. Esto hizo que en estos años de expansión del Casco Urbano en Chipiona, sin un P.G.O.U. acorde a los tiempos, ya que siempre ha ido por detrás de las necesidades del ciudadano, el auge del turismo en Chipiona derivaría entonces en una eclosión de chipioneros que poseían campos en los pagos próximos al pueblo y que ante la imposibilidad de proporcionarle un hogar a sus hijos, les cedían o daban un trozo de terreno o una parcela donde poder construir su casa en su propio campo.
Los chipioneros que vivían hasta entonces en el hoy llamado el casco antiguo, comenzaron a construir sus casas en las zonas del extrarradio de Chipiona. En un principio en el Pago “El Barrero”o “La Hijuelilla”, posteriormente en “La Caeta”, “El Arroyo”, “Lapachar”, “Las Vaqueras”, “La Lagunilla”, etc. Se produjo así un traslado de la población, que podría llamarse casi una desbandada, desde el casco antiguo hacia estas zonas. Los jóvenes porque necesitaban una vivienda donde meterse con su familia, otros ya mayores porque estas casas de vecinos no reunían ya condiciones de comodidad, confort, etc.
Algo muy común por estas fechas para ayudar a algún amigo que se estaba construyendo su casa y esto lo saben bien aquellos que pasan ya de los cincuenta años de edad. ¿Quien con esa edad no ha participado en más de una ocasión con estas familias o amigos colaborando a la hora de echar un techo, unos cimientos, etc. En estos acontecimientos colaboraban niños, mujeres, hombres, de todo; y después se celebraba el convite con un poco de vino y a veces con la matanza de un cochino.
Posteriormente, este modo de construcción se convirtió no sólo en el modo de hacerse una vivienda estos ciudadanos necesitados de Chipiona, sino que también lo hicieron aprovechándose de la situación, otros que no estaban tan necesitados, construyéndose casas ciudadanos que si podían pagar la dirección técnica, los impuestos y tasas municipales amparados en la pasividad del Ayuntamiento.
Los gobernantes buscaron el voto de propietarios de viviendas ilegales.
Ante esta situación, y con la llegada de la democracia, el parque de viviendas ilegales llegó a ser de una magnitud tal que cuando llegaban las elecciones municipales, los gobernantes también se aprovecharon con sus ansias de poder, para conseguir el apoyo de estas personas comenzaron a legalizarlas y regularizarlas otorgándoles cédulas de habitabilidad, proporcionándole agua, recogida de basuras, etc., a cambio de pagar una denuncia por construcción ilegal.
Estas denuncias suponían siempre un coste menor para el que construía ilegalmente que tener que pagar una dirección técnica, los pagos de las tasas al Ayuntamiento, etc.
En los años 80 y 90 del pasado siglo, esta práctica era tan común que se llegaba a dar el caso incluso, de pedir el mismo dueño de la vivienda infractora al Inspector de Obras del Ayuntamiento que fuese a su propiedad para denunciarlo ya que así le era más fácil la legalización de su vivienda.
La nueva legislación cambia el panorama.-
Esta práctica ha sido consentida durante años no sólo en Chipiona, sino en muchas otras localidades, hasta que se aprueba el nuevo PGOU y la Junta de Andalucía decide que este desbarajuste no puede seguir así, esto hace que tome manos en el asunto, y en estos momentos ciudadanos que han hecho o cometido la misma infracción que los que comenzaron a realizar esta práctica a principio de los años 60 se les aplique todo el peso de la ley, encontrándose algunos en una situación crítica, que no esperaban cuando emprendieron estas obras que hasta ahora eran consentidas por los gobernantes de Chipiona y era práctica tan habitual entre los ciudadanos.
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