Antiguos alumnos homenajean la figura de Fray Baldomero González en Belalcázar , su tierra natal.-
Una nutrida representación de antiguos alumnos viajó el pasado sábado a la localidad cordobesa de Belalcázar para rendir homenaje a la figura del franciscano Fray Baldomero González, que tanto predicamento tuvo en Chipiona por su labor educativa.
El emotivo acto de homenaje consistió en el descubrimiento de una placa conmemorativa en la fachada de la casa de fraternidad franciscana, a escasos metros de donde naciera Fray Baldomero y una misa. Además una degustación e moscatel traído desde Chipiona, un recorrido turístico y una comida de hermandad completaron el encuentro. Entre la representación chipionera se encontraban, el alcalde, Manuel García, las dos concejalas de Cultura y Participación Ciudadana, Patricia Zarazaga y Belén González, el Hermano Mayor de la Hermandad del Pinar maestro de ceremonias, Juan Carlos Claver, el presidente de la Década, Manuel Valdés, el Cronista de la Villa, Juan Luis Naval, el rector del santuario de Regla, Fray Alberto Ramos y el presidente de los Antiguos alumnos de Fray Baldomero, Amalio González. Una representación municipal de Belalcázar y de paisanos del lugar completaba la escena.
Fray Baldomero González.-
Por Juan Luis Naval (Cronista de la Villa)
Fray Baldomero González Castellano nació en Belalcázar (Córdoba), el 27 de febrero de 1.877 y murió en el Santuario de Regla el 6 de julio de 1.970 a los 93 años de edad.
A los 19 años ingresó en el «Colegio de Regla» de Chipiona, donde permaneció durante 74 años de vida franciscana. Hizo sus votos solemnes el 30 de septiembre de 1.900. Poseyó el título de maestro nacional, ejerciendo la docencia en Chipiona durante 37 años. Excepto dos ausencias de meses, vivió en Chipiona los 74 años de su vida franciscana. Religioso austero, laborioso, competente, muy exigente consigo mismo. Persona dotada de mucho talento para los estudios, tanto teóricos como de técnica. Su primera dedicación en el Santuario de Regla fue el cargo de enfermero que, poco después dejó, aunque nunca abandonó el botiquín ni las curas.
Aunque realizó innumerables cosas en Chipiona, su obra quedó a la sombra de su ingente labor docente, labor que desarrolló en una época en la que existía un gran déficit de escolarización y los profesores tenían pocos medios.
Al abrirse el 8 de octubre de 1.908 las escuelas gratuitas «Virgen de Regla», se le encomendó su dirección, donde permaneció desempeñando la vocación de su vida, la Enseñanza, hasta su jubilación en 1.945. En total 37 años de «Maestro de escuela», aunque nunca dejó lo docencia, pues estuvo impartiendo clases en privado en su misma celda del convento, prácticamente hasta sus últimos días; clases de magisterio, contabilidad, bachillerato, etc., Al dejar las clases «oficialmente» en 1945, sus ex-alumnos le hicieron un afectuoso homenaje. Según el mismo tuvo 1.300 alumnos, de los cuales algunos continuaron después estudios superiores.
Sus muchos alumnos lo recuerdan como «maestro», la docencia era sólo parte de su vocación, era una persona muy próxima las familias que pasaban las «penurias» de la época.
Aún quedan algunos ejemplares de sus «Apuntes de Ortografía» para las Escuelas de Ntra. Sra. de Regla, que atribuye con gran humildad a un «religioso» del mismo Colegio, es un librito pequeño, de 48 páginas, en el que dejó constancia de su rigor y dedicación.
Otra de las cualidades que siempre le adornaba era su carácter metódico y curioso, gracias a ello todo lo que le parecía importante lo apuntaba. De este modo existen en el Santuario descripciones de final de siglo pasado y principio de éste, sobre cómo era el antiguo Convento de Regla.
Desempeñó la Sindicatura del Colegio en la primera década del siglo, y empleó su mucho ingenio, arte y trabajo en la acuñación de medallas de la Virgen de Regla, con reconocido éxito, aceptación y gran economía. Con ocasión de sus bodas de plata con el magisterio en 1.935, el Ayuntamiento de Chipiona le honró con el título de «Hijo Adoptivo de Chipiona» y rotuló una calle, hasta entonces llamada «La Palma», con su nombre.
Una publicación necrológica de ABC de Sevilla, de 18 de julio de 1970, le despide como «El maestro de maestros», que siempre estará en la memoria de los chipioneros.
El 27 de febrero de 1.973, los antiguos alumnos le dedicaron en la calle que lleva su nombre una lápida conmemorativa con su busto en bajorrelieve y haciendo mención a su obra como Maestro e Hijo Adoptivo de la Villa.
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